Los acontecimientos de las últimas semanas han vuelto a despertar el pesimismo sobre el futuro del Perú, algunos hablan incluso de que ya no somos una nación viable. Y es que, sumergidos en la corrupción, decepcionados del tipo de democracia representativa que tenemos, la inflación galopante y la forma en que vemos cómo se van alejando los países más desarrollados en la carrera por la competitividad, tenemos que extraer desde lo más profundo de nuestra alma ese espíritu optimista que nos señala que aún no todo está perdido.
Resulta claro que aún seguimos siendo un país rico en recursos naturales, pero esos recursos van a ir perdiendo valor en la medida que sean substituidos tecnológicamente, por ejemplo, por nuevos materiales nanoestructurados, por alimentos generados en reactores por biología sintética y cultivos de tejidos en laboratorios.
En la última edición de World Economic League Table, que acaba de ser publicado, que mide el tamaño de las economías, el Perú se ubica en el puesto 51 de 192 países (antes de la pandemia estábamos en el puesto 49) y se considera que en el 2037 estaremos en el puesto 47, mientras que Chile (nuestro referente más cercano) se encuentra en el puesto 45 y llegaría en el 2037 en el puesto 46, es decir, quedaría atrapado en la “trampa del ingreso medio”, principalmente porque se espera que su economía siga dependiendo en gran medida del cobre. A quien sí le iría mejor es a Colombia, pues se encuentra en el puesto 44 y llegaría en el 2037 al puesto 38, debido fundamentalmente a que podrá disponer de una economía más diversificada producto de aplicar creatividad e innovación.
Uno pensaría que estar en el primer cuartil entre las naciones del mundo no está nada mal, pero en realidad es insuficiente para poder generar la riqueza necesaria para que sea redistribuida entre toda nuestra población y así mejorar sus niveles de vida. Resulta claro que nuestro país, como toda América Latina, requiere urgentemente de una transformación productiva basada en el conocimiento, algo que venimos alertando desde hace más de dos décadas, cuando aún no aparecía en el horizonte la llamada “Cuarta Revolución Tecnológica”.
El mundo está viviendo un auge de descubrimientos científicos y tecnológicos, ya vamos identificando todos los procesos bio-físico-químicos de la naturaleza y los estamos replicando, estamos encontrando usos muy específicos a todos los elementos de la Tabla Periódica, descubrimos nuevas fuentes de energía e insospechados usos a la biomasa, especialmente a la celulosa.
Y más allá de los nuevos recursos naturales que podemos encontrar en el Perú, debemos ser conscientes que el mayor recurso que disponemos es nuestra población joven, quien todos los días da muestra de su inteligencia, creatividad y amor por nuestra Patria.
Hace unas semanas, el CONCYTEC y la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO organizaron el Primer Concurso Juvenil de Ensayos “1000 palabras por el Futuro del Perú”. Participaron adolescentes y jóvenes de todo el país, quienes, en promedio, y a pesar de todo, se mostraron bastante optimistas sobre el futuro de nuestra nación y las oportunidades que tendrían en él.
Y la receta que nos ofrecieron fue siempre la misma: más ciencia y más tecnología, para transformar nuestra economía. Sabios razonamientos que provienen de usuarios cotidianos de la tecnología, y reconocen su capacidad para transformar la economía y la vida de las personas.
El Perú aún tiene futuro, no perdamos la fe.
¡Feliz año 2023 para ustedes y sus familias!
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