La inclusión financiera se define como la disponibilidad e igualdad de oportunidades para acceder a servicios financieros apropiados, a precios competitivos y cuando estos sean necesarios.
De acuerdo a la Superintendencia de Banca y Seguros (2019), actualmente el porcentaje de adultos en el Perú que cuenta con una cuenta de ahorro, plazo fijo o corriente es alrededor del 40%, una cifra muy baja y que trae diversas problemáticas. Solo por mencionar un ejemplo, la deficiencia en inclusión financiera hizo que muchas personas se contagiaran de COVID-19 al hacer cola para cobrar los bonos del Gobierno de manera presencial, ya que esta era la única forma que tenían para acceder al dinero. Si más personas hubieran contado con una cuenta bancaria, habría sido más fácil realizar transferencias para que los beneficiarios vayan a cajeros automáticos.
Ahora, lo contradictorio es que si bien solo superamos a México en porcentaje de adultos con cuenta en el sistema financiero, somos el segundo país (por detrás de Uruguay) en número de cajeros automáticos por cada 100 000 habitantes. Además, según el ranking de entorno propicio para la inclusión financiera 2019 elaborado por The Economist, somos segundos a nivel de países en vías de desarrollo. Es decir, contamos con un sistema financiero sano y estable, una cantidad promedio adecuada de puntos de atención y un sistema razonable de protección al consumidor… sin embargo, estamos rezagados en estadísticas de inclusión financiera.
El poder de la educación en las finanzas
Está demostrado que la educación financiera tiene un efecto positivo en la inclusión financiera. Asimismo, si la educación financiera se da en jóvenes, sus efectos positivos se multiplican pues ésta produce también cambios de actitud. Sin embargo, la misma educación financiera aplicada en adultos produce un menor impacto. Por ejemplo, en el estudio de Frisancho (2018) se hizo un piloto de educación financiera en 300 colegios públicos del Perú.
Los resultados mostraron que, fuera de que lograron aprender conceptos de educación financiera, los alumnos de últimos años de secundaria mostraron efectos socioemocionales positivos, como autocontrol y mejores hábitos de consumo. Dichos efectos no se mostraron significativamente en los docentes que fueron capacitados.
Por consiguiente, es muy importante que los jóvenes accedan a herramientas de educación financiera para que después puedan utilizar correctamente, y a su beneficio, los productos y servicios financieros, de seguros y pensiones disponibles. Esto generaría una mejor cultura de ahorro y prevención en el Perú, y además ayudaría a emprendedores jóvenes a administrar mejor, tanto sus finanzas personales, como empresariales. Finalmente, mientras más oportunidades existan de transmitir correctamente a los jóvenes información sobre finanzas personales y servicios financieros, tendremos ciudadanos mejor informados, más incluidos, y con mayor capacidad de hacer valer sus derechos como partícipes del sistema financiero.
Referencias:
Frisancho, V. (2018). The impact of school-based financial education on high-school students and their teachers: Experimental evidence from Peru. IDB Working Paper NoIDB-WP-871.
SBS (2019). Perú: Reportes de indicadores de inclusión financiera de los sistemas financiero, de seguros y de pensiones - Diciembre 2019. Reporte de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP.
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