Nuestro tiempo, a su vez fragmento y totalidad, contiene en su naturaleza un cambio en las prioridades, lo que nos hace pensar que el foco de atención del ser humano está siendo desplazado. Ver los acontecimientos recientes nos permite admitir que no todas las cosas han evolucionado en una dirección positiva y que el reparto justo no se manifiesta de la misma manera en los diferentes lugares del mundo. En otras palabras, nuestro compromiso ya no solo radica en la proximidad nuestra sino en la humanidad en su conjunto, lo cual nos invita a pensar constantemente en el concepto de desarrollo. Esta vez, el desarrollo también puede resultar un obstáculo en el ejercicio de libertades fundamentales cuando vemos que la pobreza y la falta de oportunidades se dan de manifiesto en la realidad peruana.
Esta semana, el Patronato del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes galardonó a Amartya Sen (desde la virtualidad), teniendo en cuenta que el bienestar de las personas sigue siendo el requisito indispensable para la paz. Amartya Sen, economista y filósofo nacido en la India y formado en un ambiente universitario, siempre estuvo familiarizado con el mundo del pensamiento político a través de sus padres. Su pensamiento ha contribuido, a lo largo de más de cincuenta años, a combatir la inequidad social y hoy más que nunca ilumina nuestro desconcertante contexto.
Y es que nuestras vidas deberían de ser vistas en un contexto global más amplio pensando no solamente lo que es bueno para nosotros, sino lo que es bueno para el prójimo/próximo. Es así que el desarrollo como libertad y no como crecimiento económico nos otorga la oportunidad de lograr nuestros objetivos en la vida que elijamos con un razonamiento de por medio. Pero no podemos hablar de libertad sin antes pensar que las consecuencias de la pandemia con respecto al desempleo es una disminución muy importante de la libertad humana. Ciertamente, el reparto injusto de la riqueza ha generado un retraso en el crecimiento, teniendo en cuenta que este tendría que ser inteligente de tal manera que debemos consensuar una cultura del reparto justo que afecte a los bienes necesarios para la vida como son los alimentos y las medicinas, hoy más urgentes que nunca.
Si pensamos que esta crisis será una plataforma para lograr un gran nivelador, Amartya Sen nos muestra que es una ilusión. Por ello, debemos acudir siempre al pensamiento crítico y evitar la expansión de los problemas mundiales debidos al pensamiento cerrado, limitado. En pocas palabras, una mente abierta y la voluntad de colaboración son esenciales para construir un mundo más justo.
Lo que resalta de Amartya Sen es su trabajo que entiende y quiere cambiar el mundo, por ello escribe contra las desigualdades e injusticias. En efecto, su pensamiento nos exhorta a pensar en la prosperidad social no solamente como crecimiento económico sino como un conjunto de oportunidades de desarrollo que priorice a los más débiles. En suma, un país que toma en cuenta a todos sus ciudadanos, gana. Y hoy necesitamos ganar ya que las pérdidas nos afligen.
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