Habitualmente, es noticia la captura de algún delincuente o de bandas criminales. Sin embargo, este fin de semana hemos sido testigos de un operativo masivo en donde más de 120 personas fueron intervenidas en un inmueble en que se hallaron armas de largo y mediano alcance, drogas, municiones y automóviles cuya procedencia viene siendo investigada. Entre los detenidos figuran peruanos y extranjeros de nacionalidad venezolana.
La hipótesis de la PNP es que estarían vinculados con casos de violencia extrema en la capital como el asesinato en Risso, tal como lo refirió el ministro del Interior. Lo incautado a los intervenidos nos recuerda al modus vivendi de los extorsionadores y sicarios ¿Acaso un ciudadano de bien tiene cantidades descomunales de drogas y guarda armamento de guerra?
Las primeras investigaciones indican que algunas de las armas en su posesión habrían sido reportadas como robadas y que el hotel habría sido usado como búnker para planear atracos. Desde dicho núcleo del crimen, no solo se habrían realizado fiestas de exceso y consumo desenfrenado de estupefacientes, sino que, además, sería el lugar desde donde los sujetos armados organizaban sus golpes y fechorías.
A pesar de encontrarse vehículos, celulares, laptops y relojes de alta gama, los sujetos no podían dar cuenta de sus actividades de arraigo laboral. Se especula que podrían ser diversas bandas criminales asociadas y que el acceso a tales fiestas sería por invitación. Además, la policía actualmente investiga si también existe el delito de trata de personas, ya que se halló en ocho habitaciones a mujeres y elementos asociados al proxenetismo.
Ahora volvamos a la nacionalidad de los detenidos. El grueso de los intervenidos sería de nacionalidad extranjera -en su gran mayoría venezolanos y algunos colombianos- y también peruanos. En los últimos meses, si bien a menor escala, nos hemos acostumbrado a noticias policiales vinculadas a ciudadanos extranjeros. Pareciera que se busca advertir sobre la presencia de delincuentes foráneos dejando de lado el crimen nacional, el cual no se queda atrás. En todo caso, al margen del origen, es evidente que nuestro país es un lugar cómodo para inescrupulosos que de modo osado transgreden y violentan la ley, exponiendo a otros ciudadanos. Ahí debe estar nuestra preocupación.
Para ningún país es sorpresa que con la migración lleguen también delincuentes y personas violentas. El problema surge al notar un círculo vicioso, en donde una vez detenidos, los ciudadanos indeseables son expulsados, para luego reingresar por las fronteras con documentación falsificada y poco revisada, de modo que los expulsados son reintegrados nuevamente para seguir haciendo de las suyas.
Encontrar criminales sueltos ya es incómodo y no ayuda a ninguna paz social. Esto se agrava al considerar las facilidades que estos sujetos obtienen para ingresar a nuestro país. Sin embargo, la situación se torna escandalosa cuando más de 100 individuos son detenidos y se les investiga por infundir terror y violencia.
¿Por qué el Perú pareciera nunca ser dueño de sí mismo? No buscamos aquí generar discursos xenófobos, por el contrario, invocamos a conminar, rechazar y someter a la justicia a cualquier sujeto del crimen, sea connacional o extranjero, o bien, sea de cierta condición social o económica, pues, no nos es ajeno el encontrar funcionarios del Estado, por ejemplo, excongresistas, que encajan en el mismo patrón indeseable ¿No será que somos muy tibios con nuestros malhechores, porque los tenemos en todo nivel y región social?
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