En una famosa entrevista realizada por Rudyard Kipling, Mark Twain confiesa que a sus más de cincuenta años ya no le interesaba leer novelas ni cuentos sino pura información sobre hechos y estadísticas. Si en sus manos caía un artículo sobre la siembra de rábanos, le interesaba. Si se trataba sobre las matemáticas, también le interesaba. En referencia a un artículo que acababa de leer antes del encuentro con Kipling, el escritor se confiesa: “Mi único conocimiento de las matemáticas termina en “doce por doce”, pero disfruté el artículo muchísimo. No entendí ni una palabra de él; pero los hechos, o lo que el hombre entiende por los hechos, son siempre encantadores. El autor de este artículo creía en los hechos. Yo también. Toma los hechos como quieras, y luego podrás deformarlos cuanto quieras”.
La anécdota de Mark Twain dice mucho sobre los placeres de la lectura, pero también sobre la historia de la ciencia moderna. A mediados del siglo XIX, en pleno auge del positivismo, los científicos se dieron cuenta de que sus descubrimientos no se podían quedar en manos de unos cuantos, sino que tenían que llegar al gran público. La ciencia ya había conquistado las artes, la moral y las humanidades, y ahora le tocaba conquistar el mundo. El artículo de matemáticas que lee Twain es una demostración de que en 1889 la información, la investigación y los conocimientos puros y duros ya se habían convertido en el nuevo bestseller.
Los 150 años de la revista inglesa Nature, que se cumplen en este mes, nos recuerdan este importante momento de la historia. En el año de su fundación, 1869, ya existían revistas encargados de publicar los más recientes descubrimientos, tal como hacía la Royal Society de Londres, pero se trataba de números que aparecían luego de varios meses y que solo alcanzaban círculos muy pequeños. La propuesta de Nature, en cambio, tenía como objetivo permitir el acceso a las novedades de la ciencia pero, sobre todo, al conocimiento en sí. Con el tiempo, la revista construyó su propio prestigio, pues en ella se han publicado investigaciones que hoy forman parte clave de la historia de la ciencia contemporánea. Es en ella en la que aparecieron las primeras informaciones científicamente comprobadas sobre el neutrón (1935), la fisión nuclear (1939), la estructura del ADN (1953), las placas tectónicas (1966), el agujero de ozono (1985) y el genoma humano (2001).
En un reciente artículo publicado a raíz de su aniversario, la revista compartió algunos datos sobre los cambios que ha habido en el contenido de sus investigaciones. Es así que, a finales del siglo XIX, las palabras clave más frecuentes fueron “aurora”, “sol”, “agua”, “Tierra” y “rayo magnético”, mientras que en la década de 1920 fueron “espectro”, “radiación”, “magnetismo”, “hidrógeno” y “vitamina” y hoy son “célula”, “ADN”, “cuanto” y “receptor”. También se han publicado las estadísticas sobre el número de autores por artículo y sobre la participación de las mujeres. Hasta 1980, los artículos no eran firmados por más de tres científicos, pero el verdadero despegue de la investigación multidisciplinaria comenzó en la década siguiente: en el 2000, los artículos ya tenían más de cinco, y en este 2019 se publicó un artículo de medicina firmado por dieciséis. La colaboración de las mujeres recién empieza en la década de 1980, con un 15% del total de artículos. Hoy ha subido a un 30%.
Hoy Nature cumple tanto con su compromiso científico (en el 2010, tuvo un impacto de 43, 070 citas) como con el propósito de difundir los hallazgos más recientes (cada año se publican 850 artículos revisados por pares y 3000 artículos de noticias y opinión). Desde el 2014, su versión digital ha permitido el acceso público a muchos de sus artículos, y el grupo editorial que la publica ha creado otras revistas como Nature Neuroscience, Nature Methods y Nature Chemistry.
En realidad, la revista se encuentra tan igual a como comenzó. Por un lado, con mucha curiosidad por saber cuál es la lógica de la Tierra y el Cosmos. Por otro, creando nuevos lectores que se dejan cautivar por el encanto de los hechos.
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