Ya es oficial, Kamala Harris acompañará a Joe Biden en su búsqueda de la presidencia estadounidense. Históricamente, la selección de un candidato a vicepresidente busca ampliar las posibilidades de victoria, fortaleciendo los puntos débiles del aspirante presidencial. ¿Cumple la Senadora Harris con esas expectativas? Veamos.
Una de las principales preocupaciones con Biden es su edad. Con 77 años, de ser electo, el Demócrata sería el presidente más longevo de la historia estadounidense. Se cuestiona, además, su capacidad cognitiva y si podrá completar los cuatro años de una eventual presidencia. A sus 55 años, Harris compensa claramente la edad de Biden y dado que éste ha dicho que no sería candidato a la reelección, la colocaría como candidata a la presidencia en el año 2024. En cuanto a la inteligencia de la Senadora, no hay duda de que es una mujer brillante, filosa y muy sagaz. Ya veremos cómo le va al anodino de Mike Pence en un debate con Harris.
El tema étnico es siempre importante y el contexto actual lo convierte en vital. Tras comenzar como una de las carreras a la presidencia más variadas en términos étnicos e inclusive de género, la lucha por la presidencia de Estados Unidos terminó siendo una competencia entre dos septuagenarios blancos, que en nada reflejan la creciente complejidad de la sociedad estadounidense. Harris es una mujer negra, hija de madre india y padre jamaiquino, ambos inmigrantes integrados a la sociedad norteamericana. Es solo la segunda mujer negra en llegar al Senado estadounidense. Hay quienes, inclusive, comparan su historia con la de Obama.
Una de las grandes preocupaciones de la campaña de Donald Trump es, su aparente perdida de apoyo entre las mujeres de clase media suburbana, lo que tal vez explique su comportamiento en sus más recientes presentaciones ante la prensa, evitando confrontaciones con reporteras. Harris es la tercera mujer – las dos anteriores blancas– en la historia estadounidense en aspirar a la vicepresidencia, justo el año en que se conmemora el centenario de la aprobación de la enmienda reconociendo el derecho al voto de las norteamericanas.
A Biden se le crítica ser un candidato aburrido. Como bien demostró en su corta campaña por la nominación presidencial, la Senadora Harris es una mujer dinámica y capaz de inyectarle chispa a la lucha Demócrata por la presidencia.
Lo que está por verse es si conseguirá apoyo del sector progresista del Partido Demócrata y/o de los votantes independientes. Su pasado como fiscal general del estado de California va en su contra, pues se le crítica que su gestión fue muy conservadora, especialmente, en el tema de violencia policiaca y el racismo. Harris es una política pragmática que ha hecho claro que no busca reestructurar la sociedad estadounidense. Favorece regular la posesión de armas de fuego, se opone a la pena de muerte y cree necesario cambiar el sistema carcelario, pero no ha sido clara en un tema medular: el seguro médico. Su relación con Wall Street y, en especial, con Syllicon Valley tampoco anima a muchos.
Entre sus debilidades está su falta de experiencia en política exterior, que podría ganar desde la vicepresidencia. Es de esperar que los Republicanos usen en su contra los ataques que lanzó contra Biden durante su campaña y en los debates a la nominación presidencial.
No puedo menos que concluir que la selección de Harris fortalece y balancea la candidatura de Joe Biden a la presidencia estadounidense. Su trasfondo personal y familiar, juventud, inteligencia, combatividad, unidas a su condición de mujer negra, reflejan mucho mejor la realidad social estadounidense, y le inyectan a campaña del Partido Demócrata una vitalidad muy necesaria. No hay candidatos perfectos. Harris no lo es. Lo que está por verse si la dupla Biden-Harris será capaz de librarnos de Trump. Crucemos los dedos.
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