Pueden existir muchas razones por la cual se toma una decisión en vez de otra. A veces, se acierta y otras, no. A veces, no sabremos cuál pudo haber sido la mejor decisión. A veces, le echamos la culpa de las malas decisiones a terceros. Si bien no se pueden eliminar las malas decisiones, se pueden reducir significativamente.
Todo ello nos ocurre y nos puede pasar, pero lo más importante para una buena decisión, es siempre partir de un criterio de razonabilidad, hechos objetivos y sustento. A partir de ahí, se debe tener coherencia, simplicidad y aplicar experiencia previa. Lo peor que nos puede pasar es que la decisión fue errada por un mal análisis, mal planteamiento o falta de tiempo. Siempre partiendo de criterios de legitimidad a la intuición y experiencia y no viceversa.
En estas líneas queremos, a partir de identificar las típicas causas de errores en la toma de decisiones, brindar recomendaciones prácticas.
La primera, un mal entendimiento del tema en cuestión. Muchas veces, creemos entender el tema, pero en la práctica no. Ello arrastrará acciones incorrectas, que no lo resolverán. Conversen sobre el problema o la situación que deben enfrentar con quien se los planteó o con otras personas del equipo. Y, después de eso, recién trabajen en cómo resolverlo.
Segundo error, basarse en situaciones promedio. Los promedios pueden distorsionar nuestro análisis. Por ejemplo, resultados financieros de un mes o del año, pero al verlo en detalle nos damos cuenta de que ventas netas/utilidad neta es la sumatoria de varias líneas de negocio, es un resultado parcial que puede incluir sumas y restas. Por ello, recomendamos siempre bajar uno o dos niveles de detalle para asegurarnos de que el resultado no esconde situaciones no analizadas.
Tercer error, el uso del “embudo inverso” para cualquier análisis. Un análisis debe partir de una perspectiva amplia, con muchas variables, para luego ir descartando opciones hasta llegar a pocas alternativas o una respuesta. El embudo inverso significa partir de una posición de inicio, luego se desdobla en muchas alternativas y, por ende, poca base para decidir. Recomendamos siempre el entendimiento macro, luego entendimiento micro.
El cuarto, el no compartir el análisis de la situación con los expertos en el tema, con quienes conocen bien el detalle. La autosuficiencia es peligrosa. Consultar con los especialistas, nuestros segundos, el Directorio nos puede ahorrar mucho tiempo y dinero. No tiene nada de malo ni debe avergonzar preguntar.
Quinto y último, la oportunidad antes que la perfección. Tomar una decisión tardía, no sirve. Decidir con prudencia (conocimiento de causa), pero con agilidad. Este tema lo hemos vivido todos con la pandemia.
En resumen, fortalezcamos nuestra capacidad de toma de decisiones, es un proceso de aprendizaje, sobre todo, con mente muy abierta, saber escuchar y decidir oportunamente.
Comparte esta noticia