El teclado QWERTY, el que usamos ahora en nuestras computadoras, en nuestros celulares y en casi todo dispositivo que cuenta con un teclado, ya sea digital o físico, se creó en 1870 y su uso se ha expandido y dominado el mercado hasta nuestra era actual. Sin embargo, el teclado QWERTY no es el más eficiente, ni mucho menos el más actual de los teclados. Entonces, si hay otros que son más eficientes, ¿por qué seguimos usando un teclado que es menos eficiente o menos ergonómico que sus oponentes?
La respuesta reside en un principio económico simple: el costo de oportunidad. El teclado QWERTY fue uno de los pioneros y logró establecerse como el estándar en las máquinas de escribir antiguas, lo que llevó a una gran comunidad de personas a usarlo y aprender a escribir especializándose en su formato. Sin embargo, un tiempo después se introdujo el teclado Dvorak, que era una alternativa más ergonómica y eficiente que el que se venía usando. No obstante, el teclado Dvorak fracasó, no porque fuera una mala idea, sino porque muchas veces, el que mueve primero, tiene la ventaja. El costo de oportunidad para los usuarios de aprender a usar otro teclado, o de las empresas de comenzar a producir un teclado nuevo resultó suficientemente alto comparado a los beneficios de su uso como para justificar la transición hacia un formato más eficiente. El resultado de ser el primero en ingresar al mercado con una idea otorga una ventaja sobre los demás que siguen al líder. Sin embargo, esta corona no es indestructible, y ha sucedido ya que empresas que no son primeras en el mercado, como Uber, sí se convierten en las dominantes del mercado por ser más efectivas o brindar un valor agregado que las convierte en las preferidas por los consumidores. No obstante, este valor agregado que brinde al consumidor debe ser mayor al coste de oportunidad del cambio.
En el mercado americano, Pepsi decidió unirse a las bebidas alcohólicas seltzer, siendo una de las últimas empresas de bebidas en unirse a este mercado ya explorado por otras empresas como Coca-Cola o la dominante White Claw. El futuro de Pepsi en este mercado dependerá de que la empresa aproveche no solo la información de sus competidores que ya han incursionado, y que use esta información para crear un valor agregado que enganche al consumidor.
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