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Pedagogía y sobrecarga cognitiva

Si una persona, durante un período prolongado, puede procesar abundante información, relacionar variables y extraer inferencias se producirá en él una sobrecarga cognitiva. Por ello, es importante que se desarrollen procesos de enseñanza y aprendizaje para evitar un desgaste mayor.

André Tricot, profesor de psicología en Toulouse, escribe un interesante artículo sobre la sobrecarga cognitiva. ¿En qué consiste la sobrecarga cognitiva? Señala el autor que la sobrecarga cognitiva es un “estado mental” que se produce en un individuo ante la necesidad de “realizar una tarea extremadamente exigente para él... La persona no dispone de recursos cognitivos suficientes” (Tricot, Univesalis). En estas condiciones, la tarea demanda toda la atención del individuo y sin embargo tenderá a cometer errores. El autor recuerda que desde la década de 1960 se usaba la referencia a la carga y a la sobrecarga cognitiva para explicar situaciones de quehacer habitual o de deterioro que, finalmente, impedían hacer determinadas tareas. El problema es que no había una definición muy precisa de los términos; asimismo, no existían, ni existen todavía, instrumentos que puedan medir la condición de sobrecarga.

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. | Fuente: Freeimages

En la actualidad, los términos de carga y sobrecarga cognitiva terminan por ser instrumentos de trabajo para la pedagogía contemporánea ya que en virtud de este marco teórico se puede dirigir mejor el modo como se ejecutan los procesos de enseñanza y aprendizaje para evitar precisamente el exceso de carga cognitiva.  “La carga cognitiva se refiere a la relación entre una tarea y un individuo. Si esta tarea contiene mucha información para procesar, para relacionar, muchas inferencias o cálculos para hacer, durante un largo tiempo, es exigente. Este requisito está estrictamente relacionado con el individuo y las condiciones bajo las cuales se realiza la tarea” (Tricot, Univesalis). Sin reducir las exigencias que, por cierto, permitirían que una persona eleve sus niveles de rendimiento, al mismo tiempo, se debe considerar una teoría como esta para evitar la multiplicación de situaciones en que la carga terminará por desgastar a la persona y conducir al fracaso académico o laboral a otras.

Esto es lo que me interesa profundizar a través de una pregunta: ¿cómo es posible crear entornos laborales, académicos o simplemente de la vida cotidiana que no terminen por triturar a las personas conduciéndolas a callejones sin salida y a fracasos de cualquier tipo? La carga cognitiva habitual tiene que ver con tres elementos centrales:

  • El grado de experiencia en una tarea. Una persona acostumbrada a una tarea tenderá a hacerla de modo más eficiente que otra que solo la realiza esporádicamente.
  • El modo de realizarla. Hay diferentes modos de realizar una tarea. Independientemente de la experiencia previa una persona puede tener las estrategias adecuadas para hacer la tarea que tiene delante.
  • La gestión de los estados mentales. Obviamente, todas las personas tendrán un grado mayor o menos de estrés, ansiedad, miedo y amenazas, imaginarias o reales, personales o sociales cuya gestión limitará o incrementará las interferencias en la ejecución de las tareas.

La carga puede pues devenir en una sobrecarga para la que estaremos más o menos preparados y frente a la que deberemos imaginar diferentes estrategias de solución. Ahora bien, a mi modo de ver, se hace cada vez más relevante que haya líderes y pedagogos que sean capaces de hacer advenir lo mejor de las personas. No pienso para nada en personajes mesiánicos, sino en verdaderos líderes que sean capaces de transmitir una mística para hacer que cada persona de lo mejor de sí y que, sobre todo, la persona que ejecuta una tarea la realice con gusto, es decir que disfrute y goce dando lo mejor de sí. ¿Es esto posible? ¿Cómo hacemos para educar a nuestros líderes de hoy y mañana?

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Director de Investigación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y docente principal de la Escuela de Filosofía de la misma universidad. Licenciado en Filosofía por la PUCP, magíster en Teología y Filosofía, y doctor en Filosofía por el Centre Sèvres - Facultés Jésuites de Paris. Es autor del libro "Creo, luego existo. Revelación y Religión en Levinas".

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