Cuando se observa de forma panorámica la producción de Nuccio Ordine (1959-2023), reconocemos la vastedad de sus conocimientos en diversos campos del saber. Esa amplitud sobrecogedora se hizo patente en sus investigaciones sobre Giordano Bruno (1548-1600), astrónomo, filósofo y matemático, quien murió en manos de la inquisición de su época por sostener un conjunto de ideas que fueron consideradas heréticas por sus censores. “La cabala dell'asino. Asinità e conoscenza in Giordano Bruno” (1996), el primer texto de Ordine sobre el célebre científico napolitano, fue lo que se suele llamar el “libro de una vida”, pues se inició con su tesis de licenciatura y se culminó con su tesis doctoral. Esta obra inmensa -por todo lo que implica- vinculó historia de las ideas, de las mentalidades, de la filosofía y de la literatura. También, del arte y el extenso bagaje iconográfico e iconológico que implica. Asimismo, Ordine evidenció un conocimiento notable de la ciencia de los siglos XVI y XVII, es decir, de los albores de la revolución científica, de un modo “intimidante”.
Este libro puede ser valorado desde diversas perspectivas, pues su autor fue capaz de ensamblar saberes e informaciones aparentemente distantes en un solo texto. De ahí que sea la evidencia de que las humanidades, cuando se ejercen en serio, dialogan con las ciencias naturales cara a cara, cayendo por el suelo el supuesto divorcio entre las culturas humanísticas y científicas. Esta obra sobre Giordano Bruno contó con un prólogo -ni más ni menos- de famoso Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química en 1977, quien enfatizó los logros de Ordine al demostrar por qué Bruno puede ser considerado uno de los científicos más importantes de la historia y uno de los pensadores más sutiles de su tiempo.
Siguiendo dicho interés por el legado del ambicioso pensador napolitano, Ordine publicó El Umbral de la Sombra: Literatura, Filosofía y Pintura en Giordano Bruno (2003) y Giordano Bruno, Rosnard y la religión (2007), constituyendo un tríptico completo sobre este filósofo y científico. Lo logrado por Nuccio Ordine con la exégesis del pensamiento bruniano está a la par de lo que Raymond Klibansky, Erwin Panofsky y Fritz Saxl hicieron con la obra plástica de Alberto Durero en el clásico “Saturno y la melancolía”, libro que sentó una de las bases de lo que hoy llamamos “humanidades complejas”. Es decir, saberes humanísticos, enriquecidos metodológicamente, capaces de abordar desde diversos planos de interpretación y de análisis realidades que son complejas. También de lo que Ernst Gömbrich desarrollo en su “Sentido del Orden”, obra en la que el intelectual austriaco vinculó la psicología de la percepción, la historia del arte, la estética y las artes decorativas. Tal encuentro poliédrico nos faculta para aventurarnos a entender espacios tan vastos como la historia, el pensamiento y la producción cultural y tecnológica desde una amplitud teórica renovada.
La profundidad de los estudios canónicos de Nuccio Ordine, es lo que explica, en parte, la amplitud y repercusión de sus ensayos más conocidos como “La utilidad de lo inútil: Manifiesto” o “Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal”, pues se tratan de manifiestos muy bien fundamentados sobre la necesidad social y cultural de las humanidades. Y es en ese punto donde la obra de Ordine adquiere una dimensión mayor, debido a que se trata de reflexiones que se construyen desde la convicción del poder transformador del saber humanístico. Por ello, quien condena a las humanidades a su desaparición esta condenando al conocimiento sobre el ser humano. Y si desconocemos lo que somos, ¿seremos capaces de salvarnos o de amarnos? Las humanidades movilizan nuestras almas, dan aire al espíritu; conmocionan nuestros sentimientos, profundizan nuestras reflexiones. Las humanidades son praxis viva y Nuccio Ordine nos los enseño en esta época.
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