Cada año, en julio, izamos banderas en nuestras casas y prendemos escarapelas a la altura del corazón; nos pintamos la cara de rojo y blanco, y bailamos danzas tradicionales; rendimos homenaje a nuestros héroes y nos ponemos la camiseta, orgullosos de nuestra identidad. Sin embargo, las Fiestas Patrias no solo deberían ser conmemorativas, sino más bien un momento especial en el que cada peruano, institución y empresa, sea pública o privada, renueve o asuma un compromiso serio con el Perú.
Por ejemplo, en educación —sector en el que yo me desempeño— deberíamos compartir el propósito de incentivar la innovación en los estudiantes para resolver los principales problemas y necesidades del Perú, una nación que ocupa el quinto lugar entre los países más creativos de América Latina y el puesto 30 a nivel global, según el WARC Rankings Creative 100. Entonces, ¿qué nos hace falta para transformar esa creatividad en iniciativas y proyectos de alto impacto? Desde mi punto de vista, necesitamos educar para innovar.
Normalmente, cuando escuchamos la palabra innovación la asociamos al ámbito empresarial. No obstante, detrás de cada innovación hay un equipo de personas y, detrás de cada uno de ellos, una buena formación académica. Por esa razón, considero que es momento de entrenar e incentivar la mentalidad innovadora en los estudiantes del nivel básico y desarrollarla por completo en el nivel superior, para que se conviertan en verdaderos agentes de cambio. Países como Finlandia y España hacen este trabajo con muy buenos resultados.
Es tiempo de dejar atrás ese modelo educativo rígido en el que aprender consistía en memorizar datos como una computadora solo para aprobar un examen de colegio, instituto, escuela de educación superior o universidad. Hoy en día, más allá de implementar recursos tecnológicos, necesitamos nuevas metodologías de enseñanza como el Aula Invertida, el Aprendizaje Cooperativo o el Design Thinking.
En ese sentido, para que las competencias innovadoras ocupen un lugar central en la formación académica, el papel del docente es clave. Este debe crear un ecosistema educativo que facilite la comunicación, participación, autonomía, trabajo colaborativo y, por ende, la innovación. Adicionalmente, incorporar la gamificación e impulsar el aprendizaje basado en proyectos para que los estudiantes relacionen la parte teórica con los problemas sociales.
Amigos, ayudemos a nuestros niños y jóvenes a liberar su potencial creativo e innovador, a través de una educación de calidad que les permita poner en práctica sus propias ideas, asumir riesgos, aprender de sus errores y liderar los procesos de innovación que necesitamos para salir adelante. El esfuerzo, a mediano y largo plazo, valdrá la pena, pues está demostrado que la innovación impacta directamente en la productividad, competitividad, economía y desarrollo de un país. Asumamos este compromiso por el Perú. ¡Felices Fiestas Patrias!
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