El pasado 2 de marzo, miércoles de Ceniza y día en que se inició la Cuaresma, se celebró en medio de un ambiente de algarabía o fiesta el carnaval de Tipaki, ubicado en la región de Huancavelica. Este carnaval es uno de los 20 carnavales declarados por el Ministerio de Cultura como Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestro país.
En los carnavales no faltan las yunzas o cortamontes, cuando un árbol se tala y se planta en una plaza para bailar alrededor de él. Tampoco faltan las cervezas, las serpentinas y el talco como símbolo gozo y fiesta. Así lo señala Mario Huaira Zevallos, docente del Colegio de Alto Rendimiento (COAR) de Huancavelica.
Sin embargo, Huaira explica que los carnavales se vienen celebrando sin darle importancia a la parte espiritual que viene con la Cuaresma. Los carnavales comienzan el tercer domingo antes de la Cuaresma. “Hoy ya no hay respeto ni diferencia entre lo que es el carnaval y la Cuaresma”, comenta.
Desde la antigüedad, los carnavales se entendieron como un tiempo de gozo y disfrute, de darle tributo a la carne para después darle toda la importancia a la parte espiritual con el inicio de la Cuaresma, que empieza con el miércoles de Ceniza y se extiende hasta el Jueves Santo o inicio de la Semana Santa.
La Cuaresma, que dura cuarenta días, es un tiempo muy importante para la iglesia. En este tiempo, se recomienda la oración, peregrinaciones como signo de penitencia, así como el ayuno voluntario y la limosna o comunicación de bienes destinadas a obras caritativas o misioneras.
El carnaval sería un tiempo previo a la Cuaresma. Lo cierto es que “los municipios y gobiernos regionales son quienes organizan todo en función a los carnavales, pero a destiempo, es decir, en plena Cuaresma y sin darle importancia a la parte espiritual”, explica Huaira.
Para este docente de Huancavelica, “la Cuaresma, en sentido cristiano, es momento de recogimiento, de reflexión, ponerse a pensar sobre la parte trascendente del hombre que es el alma. El problema radica en la base filosófica de la educación peruana, que es marxista y comunista, y con odio a la religión”, acota.
“En universidades, colegios y escuelas se respira ese ambiente filosófico, pragmatista, relativista y utilitario, y la gente no da mucha importancia a lo espiritual. Por los avances de la ciencia y la tecnología, la gente no valora la misa o una oración. Se preguntan ¿para qué me sirve? ¿para qué me es útil?”, señala.
Para Huaira, “necesitamos instituciones educativas con un pensamiento filosófico diferente, para que tengamos inculturación de la fe católica y sea más fácil seguirla”. Y agrega que “hoy en día se ve una contradicción entre lo que es la ciencia pragmática, las ciencias naturales y lo que es la teología”.
“Hay algo espiritual en el hombre que hay que atender y la Cuaresma puede ser ese momento que hace a uno pensar y ver su realidad que es la nada”. Tal vez sea tiempo de darle más atención a lo trascendente y espiritual que en el fondo es una llamada a la reflexión personal de cómo estamos viviendo.
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