En Tacala, pueblo que queda en las afueras de Piura, una humilde familia tenía sobre una mesa el cuerpo sin vida del abuelo. Una sábana blanca cubría el cadáver desde hacía cuatro días. Sus hijos y nietos no sabían que hacer, según el sacerdote diocesano José Guillermo Uhan Block.
“Fuimos a la beneficencia y nos dijeron que no tienen ningún apoyo para enterrar a los difuntos. Hay ese tipo de pobreza porque la gente no tiene muchas oportunidades de trabajar. Con el apoyo que viene del extranjero pudimos conseguir un ataúd que costó 1500 soles”, explicó el padre Uhan.
Uhan Block, párroco de la parroquia Santísimo Sacramento en Piura, nació en Wisconsin (EE.UU) y llegó a esta región hace 27 años. La parroquia realiza gracias a las donaciones de piuranos y del extranjero una intensa ayuda social como la donación de víveres que sobrepasan las 1500 familias al mes.
En las oficinas de la parroquia se realiza atención médica, así como visitas de enfermeras y médicos a domicilio. También se entregan balones de oxígeno y medicamentos. “Hay distintas instituciones, recursos propios de Piura y del extranjero que colaboran con medicinas, oxígeno y víveres”, señala Uhan.
“Tenemos el hogar El buen samaritano. Son unas 20 personas por noche, la mayoría de ellos venezolanos. Es un refugio para los que no tienen lugar para dormir y algunos de ellos antes dormían en parques. Con el tiempo se unen y juntos ponen sus recursos y alquilan un cuarto para tener algo suyo”, explica.
Además, tenemos un hospicio para personas ancianas o muy enfermas. “El hospicio es para los que tal vez dentro de 6 meses van a fallecer. No es un asilo, es un hospicio para moribundos, para los que no hay mucho que hacer por ellos. Hay enfermeras las 24 horas. Hay siete personas ahora”, señala el prelado.
Y agrega, “todavía no hacemos misa con presencia de fieles, pero vienen personas a confesarse, a rezar, a visitar el templo. Las puertas están abiertas. Hay voluntarios que ponen el alcohol en las manos y toman la temperatura. En Piura hay vida de iglesia. SI bien es limitada la participación, diversos grupos se reúnen virtualmente”.
Las tres lecciones de la COVID-19
Este 24 de setiembre se celebra en el norte la fiesta de la Virgen de las Mercedes, patrona de Piura y Tumbes. Por su parte, Mons. José Antonio Eguren, arzobispo de esta diócesis, señaló la primera lección que nos deja esta pandemia: fortalecer la red de salud a nivel nacional y en especial en Piura, que es muy precaria.
“Piura se lo merece por ser una región que aporta muchísimo al PBI de la nación. Y por otro lado por ser la primera región en población después de Lima. Somos más de dos millones de habitantes, incluida la sierra piurana (Morropón, Huancabamba y Ayabaca)”, acota el prelado.
“No tenemos un hospital de alta complejidad para atender casos sumamente delicados de salud, como si lo tiene Trujillo y Chiclayo. Por eso en el pico de la emergencia, aquí colapsó todo. La situación aquí se ha estabilizado, pero es un equilibrio muy frágil. Las camas UCI esta todas llenas y faltan medicinas”, acotó.
Otra lección que deja la COVID es fortalecer la familia. “En los últimos decenios no se ha trabajado en ella, no solo como iglesia, sino a través de políticas públicas. Si queremos ciudadanos con valores, responsables, que hagan patria, necesitamos tener familias fuertes. Familias fuertes hacen sociedades y países fuertes”, señaló.
Mons. Eguren resaltó como tercera lección la importancia de recuperar el curso de cívica. “Hace más de 40 años se ha perdido el curso de cívica en el currículo educativo. En el 60 y 70 me enseñaban la presentación y aseo personal, el respeto hacia los otros, el amor a los símbolos patrios, la conciencia de ser peruanos”, dijo.
Pese a la delicada situación que nos trae la pandemia, el padre Uhan resaltó lo generoso que es el pueblo de piurano. “Es un gran momento de fe. El pueblo de Piura y el país es muy bueno y solidario. Estoy muy animado con él”, acotó. Para colaborar con la parroquia Santísimo Sacramento ingresa a www.santisimo.org.
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