Michael Jackson falleció víctima de una intoxicación aguda de propofol, un anestésico de uso hospitalario que usaba con frecuencia para tratar su insomnio, según se pudo saber en el juicio que comenzó el pasado 27 de septiembre.
El juicio por la muerte de Michael Jackson cerró la fase testimonial y de presentación de pruebas y quedó a la espera de los alegatos finales una vez que el acusado, el médico Conrad Murray, decidiera no testificar en su defensa.
La Fiscalía y los abogados de Murray dieron por concluido su planteamiento del caso y el juez Michael Pastor, de la Corte Superior del condado de Los Ángeles, emplazó al jurado para una nueva sesión el jueves 3 de noviembre en la que las partes resumirán sus argumentos en función de lo visto durante el juicio.
Tras los alegatos, el proceso judicial quedará en manos del jurado que tendrá que pronunciarse sobre si Conrad Murray cometió un homicidio involuntario por el fallecimiento del "rey del pop".
En caso de un veredicto de culpabilidad, Murray se enfrentaría a una condena de hasta 4 años de cárcel.
El acusado se negó finalmente a testificar y contar al jurado su versión de lo ocurrido el día que murió Jackson, el 25 de junio de 2009, a pesar de la insistencia del magistrado en recordarle que tiene derecho a hacerlo aunque sus abogados se lo desaconsejen.
En caso de subir al estrado, Murray, de 58 años, podría haber explicado en primera persona su versión de los hechos, aunque se habría expuesto a las preguntas de la Fiscalía sobre las supuestas negligencias graves que cometió en el cuidado del cantante.
Murray admitió a la Policía haber administrado propofol al artista la jornada de su muerte después de que Jackson se lo pidiera tras una noche sin lograr conciliar el sueño y haber tratado sin éxito de conseguir el mismo efecto con otros sedantes.
La defensa se apoyó en el testimonio del anestesista Paul White, experto en propofol, para explicar que Murray dio una dosis pequeña de esa sustancia a Jackson que no pudo causarle la muerte y apuntó a que el propio cantante, en un descuido de su médico, se inyectó más cantidad sin ser consciente del peligro que suponía para su vida.
La Fiscalía llamó a otro experto en anestesia, Steven Shafner, quien consideró la hipótesis de que el "rey del pop" se diera una sobredosis de forma accidental como "extremadamente improbable".
Según Shafner, las evidencias muestran que el artista recibió suficiente medicación a través de vía intravenosa como para fallecer.
Al margen de cómo tuviera lugar la fatídica dosis, los fiscales han tratado de elaborar su caso en torno al discutible comportamiento del acusado quien, según los expertos cuestionados en el juicio, se desvió seriamente de los estándares médicos en el cuidado de Jackson.
Para la acusación, Murray cometió una serie de negligencias que tuvieron como consecuencia la muerte de Jackson y eso penalmente equivaldría a un homicidio involuntario.
La Fiscalía dijo que Murray tenía una relación de empleado-empleador con Jackson y no una de médico-paciente por atender las peticiones médicas del cantante aunque fueran inapropiadas y entre las que estaba darle propofol para dormir, un anestésico que solo está indicado para ser utilizado en un hospital.
Asimismo, se criticó que el acusado no contaba con suficiente equipamiento para hacer frente a una parada cardiorespiratoria en el dormitorio de Jackson y que abandonó al artista cuando estaba sedado.
Según lo expuesto en el juicio, Murray se demoró en llamar a urgencias, realizó de forma incorrecta la reanimación cardiopulmonar y trató de esconder restos de fármacos antes de la llegada de los paramédicos a los que posteriormente ocultó que Jackson había sido tratado con propofol.
La defensa argumentó que Jackson era un adicto a los sedantes y que Murray había intentado que dejara el propofol durante los meses que estuvo a su servicio.
EFE
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