La serie de televisión "The Simpsons" se ha convertido en una seña de identidad de la ciudad de Springfield, en Oregón a pesar de que su parecido con el mundo de Homero, Bart y compañía sea más una cuestión de fe que una evidencia empírica.
Las autoridades de Springfield, en Oregón, sopesan subirse al carro de la fama de "The Simpsons" para buscar una rentabilidad turística a su vinculación con la serie, un proyecto que demuestra su sentido del humor aunque no haga gracia a todos los vecinos.
La idea ha ido ganando enteros tras el reciente revuelo organizado por los comentarios de Matt Groening, creador de los personajes, que señaló a Springfield, Oregón, como la inspiración del ficticio Springfield del programa.
La alcaldesa de la ciudad, Christine Lundberg, aseguró que están "interesados y abiertos" al diálogo para explorar la posibilidad de hacer algo con los Simpsons, aunque afirmó que "no hay nada planeado" en estos momentos.
Más decidido se mostró el director de la Cámara de Comercio, Dan Egan, que adelantó que habría una reunión en unas semanas para evaluar el potencial turístico de los Simpsons.
"Estamos pensando que quizá deberíamos hacer algo tangible como un festival", indicó Egan, en cuyo despacho hay una figura del huraño y avaricioso "Mr.Barns" de la serie y quien en una "noche loca" se disfrazó de Homero para asistir a un acto benéfico.
Ya en 2007 la ciudad quedó tercera en un concurso nacional con otras localidades del mismo nombre para acoger el preestreno de "The Simpsons Movie". En aquella ocasión se movilizó a parte de la población para pintar de amarillo, el color de los Simpsons, una estatua blanca de un hombre a caballo.
A raíz de su participación en aquel concurso, Springfield recibió una representación de gran tamaño de Homero Simpson y su familia sentados en un sofá, una pieza que fue trasladada al museo local hace dos años. Las gigantes figuras amarillas resaltan como pez fuera del agua en un antiguo edificio de la era industrial, rodeadas de objetos e imágenes de un tiempo en el que no existía la televisión. Una falta de contexto que, sin embargo, resultó irrelevante de cara al público.
La ciudad, como muchas otras en EE.UU., tiene vecinos que se apellidan Simpson, aunque se refugian en el anonimato, lejos de las cámaras y los periodistas para evitar incómodas comparaciones.
De hecho, además del interés turístico, la idea de que los Simpsons son de Springfield, Oregón, llamó la atención de quienes quieren divertirse a costa de sus residentes.
EFE
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