El entrañable Don Ramón ha traspasado las fronteras del espacio, el tiempo y el idioma.
Han pasado más de 2 décadas desde la muerte del actor mexicano Ramón Vadés y, sin embargo, su recuerdo sigue imborrable en la mente de aquellos que conocieron a Don Ramón.
Fue el 9 de agosto de 1988 la fecha trágica que cobró la vida de uno de los más queridos personajes de la serie “El Chavo del ocho”, a los 64 años.
Flojo, moroso, hincha del Necaxa y eterno enemigo del trabajo. El entrañable Don Ramón ha traspasado las fronteras del espacio, el tiempo y el idioma.
Sin embargo, pocos recuerdan que Ramón Valdés era el hombre detrás del personaje, mucho menos que fue parte de la triada cómica de los hermanos Váldes, integrada por el mítico Tin-Tan y “El Loco”, el padre del cantante Christian Castro.
A pesar de la fama y el reconocimiento, en 1979 decidió no trabajar más con Roberto Gómez Bolaños, por motivos que aún se desconocen (alguna prensa señaló que fue por desacuerdos salariales, mientras que otros aseguran que Florinda Meza es la responsable de su renuncia).
Dos años después, Valdés regresó durante un año con Gómez Bolaños, actuando en el programa “Chespirito”. Pero la aventura duró hasta que, en 1982, Carlos Villagrán (Quico) lo convocase para la teleserie que tenía pensando emitir en radio Caracas Televisión RCTV.
Alejado de las pantallas, en 1987, Valdés desarrolló una adicción fuerte al tabaco, lo que le causó cáncer de estómago.
Su agonía se sentía entre sus más allegados, entre ellos sus compañeros de las series de Chespirito, como Carlos Villagrán, Édgar Vivar y Rubén Aguirre.
Después de dos semanas, sedado para evitar el dolor, falleció el 9 de agosto de 1988 a los 64 años de edad a consecuencia del cáncer de estómago que se le expandió, haciendo metástasis en la columna vertebral.
Tuvo una muerte dolorosa, es cierto. Pero aquél personaje que materializó del ingenio de Roberto Gómez Bolaños despierta aún muchas sonrisas en grandes y chicos y la esperanza de que siempre esperará por nosotros un Don Ramón para decirnos: “Con permisito, dijo Monchito, que se fue a tomar un cafecito”.
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