La creación de un torneo elegido a dedo “dicen” es la única salida para generando ingresos salir de la crisis, cuando también se puede hacerlo apretando gastos.
“El problema fundamental es que los ricos siempre aspiran a ser más poderosos y sin considerar las consecuencias que eso produce”. Ese fue el contundente mensaje de Marcelo Bielsa tras la creación de la Superliga europea. Quizá esa sea la razón por la que, después de ser seleccionador de Argentina, no volvió a involucrarse con otro grande. Aunque muchos dirán que es por falta de oportunidades o miedo al fracaso, pero ese es otro punto. La discusión está enfocada en identificar si la Superliga es la única salida a la crisis que afronta todo ámbito con la pandemia, donde el fútbol, no es intocable.
Y es aquí donde volveré a tomar la frase de Bielsa “los ricos siempre aspiran a ser más poderosos”. Los doce clubes que integrarían la Superliga buscan incrementar sus ingresos y no se les pasa por la cabeza reducir sus gastos. Es decir, la Superliga -un torneo donde el presidente de la misma es juez y parte- les permitirá seguir pagando cifras exorbitantes en una coyuntura que te empuja a no hacerlo. Están cansados de recibir 140 millones por temporada, quieren más de 400. Si la Superliga es un pretexto para transparentar montos, bien. Si es para meter presión en busca de equidad, bien. Si es porque de verdad quieren que se cristalice, no va. En la ‘pecheada, FIFA todavía tiene la sartén por el mango.
Muchas historias lindas en el fútbol han surgido a partir del triunfo del más chico sobre el más grande. Del pobre sobre el rico. Del desconocido sobre el popular. El fútbol también es de los Leicester, de los Porto, de los Ajax, de los Napoli. El fútbol es de la gente.
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