El cuadro andaluz venció 4-2 en penales a Benfica, que aún lamenta las chances de gol que perdió y la maldición de Bela Guttmann sigue latente.
En el fútbol hay cosas inexplicables y eso es lo que pasó con Benfica en la final de Europa League. Los lusitanos igualaron 0-0 en el campo y en los penales perdieron 4-2 ante Sevilla en el Juventus Stadium de Turín.
Con la maldición de Bela Guttmann latente, aquella que condenó a Benfica a caer en todas las finales por cien años, el cuadro de Jorge Jesús vio como en 120 minutos no podía vulnerar el arco de Sevilla y crecía la figura del portero Beto.
Con el pasar de los minutos se podía sentir que Benfica lidiaba con algo más que 11 oponentes, también había una fuerza sobrenatural que presionaba a las ´Águilas´ en la cancha y poco a poco crecían figuras como Nicolás Pareja, Stéphane M´Bia y Daniel Carriço.
En los primeros minutos, Sevilla se encargó de lesionar al jugador más desequilibrante de los portugueses, el serbio Miralem Sulejmani, que se retiró del gramado con un dolor en el hombro.
Ya el tiempo extra fue una prueba de resistencia y se vio claramente que los andaluces esperaban los tiros de penal para conseguir su tercera Europa League.
En la definición fallaron Óscar Cardozo y Rodrigo, mientras que Lima y Luisão salvaron en algo el honor del equipo que no pudo ante los remates certeros de Carlos Bacca, Stéphane M´Bia, Coke Andújar y Kevin Gameiro.
Esta es la tercera corona de Sevilla en la Europa League, igualando a Juventus, Liverpool e Inter de Milán (contando la también denominada Copa UEFA).
Por otro lado, Benfica lleva 8 derrotas consecutivas en finales europeas y no levanta un trofeo internacional desde 1962.
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