Bajo el lema "El trabajo sexual es un trabajo", las meretrices repartieron facturas simbólicas en una original campaña para reclamar una ley que reconozca sus derechos como trabajadoras.
Bajo el lema "El trabajo sexual es un trabajo", meretrices argentinas repartieron frente a la legislatura de Buenos Aires facturas simbólicas con los precios de sus servicios sexuales en una original campaña para reclamar una ley que reconozca sus derechos como trabajadoras.
Una atención sanitaria, el acceso a la educación, el ejercicio libre de su trabajo, la organización sindical y la posibilidad de aportar a una jubilación, todos derechos que cualquier otra actividad posee, parecen lejanos para estas mujeres.
Argentina no contempla la prostitución como una actividad legal, pero tampoco la prohíbe, por lo que casi 80.000 prostitutas quedan al margen de las políticas públicas y a merced de riesgos que van desde el temor a perder su hogar, hasta la extorsión y la persecución policial.
Algunas pagan una renta tres veces mayor a la de cualquier ciudadano porque no pueden demostrar ingresos con un recibo salarial, pero eso no garantiza tampoco que estén seguras puertas adentro.
La policía, si no las extorsiona para cobrar coimas, las persigue y clausura en violentos operativos en sus domicilios particulares, relató a Efe Georgina Orellano, titular de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR).
"Las compañeras sufren robos y muchas desestiman realizar las denuncias por la estigmatización que hay hacia el trabajo, porque su familia no sabe realmente que realiza trabajo sexual", agregó.
Su organización, que reúne a casi 6.000 prostitutas en 10 provincias del país y lucha hace 20 años por los derechos de las trabajadoras sexuales, propone ahora una peculiar campaña para ser reconocida.
La iniciativa comprende una serie de facturas con precios simbólicos por sus servicios, como unos 400 pesos (casi 41 dólares) por uno "convencional" y 500 (unos 56 dólares) por un "completo".
La campaña ha despertado el interés de seguidores por las redes sociales, que acercaron su propia versión de la factura, a veces con fantasías, servicios lésbicos o para parejas.
"Nosotras buscamos la regulación del trabajo sexual autónomo, buscamos estar registradas, como hoy está registrado cualquier trabajador autónomo en el país", explicó Orellano.
En los últimos días, las facturas simbólicas comenzaron a llegar a políticos, legisladores y periodistas que se sumaron a la campaña y enviaron a AMMAR su fotografía con el papel ficticio.
Las prostitutas buscan concienciar a los "líderes de opinión" y "eliminar el gran estigma" que existe hacia ellas y su actividad, a la vez que reclaman un reconocimiento a su "derecho a elegir su vida y estar en igualdad de condiciones con la clase trabajadora".
Actualmente, un proyecto para regularizar la prostitución duerme en los cajones del Senado argentino y es probable que sea desechado este año, pero la titular de AMMAR confía en que alguna iniciativa similar podría prosperar en la Cámara de Diputados.
Mientras tanto, realizan acciones a nivel provincial y municipal para lograr el impulso a distintos proyectos, comentó Orellano a Efe.
"Desde el desconocimiento", dijo Orellano, hubo "muchas preguntas" cuando se presentaron las diversas iniciativas para una ley que contemple la prostitución como una actividad más.
Una de ellas, "casi con tinte irónico y desafiante", fue la de cómo quedaría registrado el trabajo de las prostitutas y si era incluso posible emitir una factura como en cualquier otra actividad.
"Desde la hipocresía nos preguntaban cuál era la forma en que nosotras buscábamos ser legalmente reconocidas", relató Orellano.
La original campaña de AMMAR busca demostrar que la prostitución puede desarrollarse como cualquier otro empleo y Orellano se mostró esperanzada: la iniciativa, lejos de desalentar a los clientes, incluso puede agradarles porque, dice, quizás también podrían descontar de sus impuestos los servicios obtenidos.
EFE
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