Actualmente participan de los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales en el Club San Isidro que facilitó gratuitamente sus instalaciones.
Si usted cree que tener discapacidad intelectual es un impedimento para realizar otras actividades como practicar deporte y ganar en competencias, está equivocado.
Así lo demuestra un grupo de jóvenes atletas especiales, quienes tal vez no puedan sumar o dibujar a la perfección, pero todos tienen un corazón maravilloso y unas ganas de aprender infinita.
Estos atletas se preparan con gran entusiasmo para participar en los Juegos Latinoamericanos México 2014 y toman muy en serio su entrenamiento en diversas disciplinas como atletismo, bochas, gimnasia rítmica, levantamiento de potencia, natación.
Actualmente participan de los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales en el Club San Isidro que facilitó gratuitamente sus instalaciones.
Fermín Chumpitaz, presidente de Olimpiadas Especiales, señaló que su discapacidad no les impide salir siempre airosos en las diversas competencias en las que forman parte.
Manifestó que el ejercicio los ayuda a tener mayor confianza, una imagen más positiva y un aumento del apoyo familiar.
Olimpiadas Especiales empezó en 1968 cuando Eunice Kennedy organizó los Primeros Juegos Internacionales de Verano en Chicago, Illinois, en Estados Unidos.
El concepto nació a principios de la década de los años 60 cuando esta notable mujer convocó a un día de campo para personas con discapacidad intelectual. Ella notó que las personas con discapacidad intelectual eran mucho más capaces en deportes y actividades físicas que lo que los expertos pensaban.
En Diciembre de 1968, Olimpiadas Especiales fue establecida como una organización no lucrativa bajo las leyes del distrito de Columbia, Estados Unidos de América, la Asociación Nacional para Ciudadanos Retardados, el Consejo para Niños Excepcionales y la Asociación Americana de Deficiencia.
Luana Sprinckmoller, gerente de Desarrollo Social de la Municipalidad de San Isidro, señaló que con una adecuada preparación estos jóvenes con discapacidad intelectual pueden desempeñarse en diversos campos y lo único que necesitan es amor, comprensión, el apoyo de sus familiares e instituciones que puedan contratarlos para realizar trabajos menores.
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