Tras el nombramiento de los nuevos reyes de Bélgica, se vivió un ambiente festivo en las calles de Bruselas, que se engalanaron con flores y banderas en su día.
Los belgas dieron hoy la bienvenida a su nuevo rey, Felipe, y despidieron al que fue jefe del Estado durante veinte años, Alberto II, en una jornada histórica marcada por la celebración del Día Nacional y un sol de justicia que animó a los ciudadanos a festejar en las calles.
En torno a 500.000 personas, según el diario "Le Soir" y la cadena de televisión RTL, participaron en la celebración en honor del nuevo rey, muchos de ellos vestidos con los colores nacionales -negro, amarillo y rojo-, con banderas y cámaras fotográficas en mano y coreando vivas al nuevo monarca en las calles de Bruselas.
La sobriedad de las ceremonias, a las que no estaban invitadas otras casas reales o mandatarios internacionales como dicta el protocolo del país, contrastó con la alegría y el ambiente festivo en las calles de Bruselas, que se engalanaron con flores y banderas.
También se lanzaron globos de los tres colores nacionales con una gran imagen del rey Felipe y un icono de un pulgar hacia arriba en muestra de que recibe la aprobación del pueblo belga.
Desde el parque del Cincuentenario, en el barrio donde se ubican las principales sedes de la Unión Europea, se lanzaron 101 salvas en honor al nuevo monarca.
El calor también ha sido protagonista de la jornada junto a la propia entronización del rey, rompiendo en gran medida la tradición de que el día de la fiesta nacional rara vez escapa a la lluvia.
En el parque los visitantes también pudieron degustar especialidades gastronómicas belgas mientras se desarrollaba en las calles aledañas el desfile de la Policía y las Fuerzas Armadas, un acontecimiento tradicional en el día de la fiesta nacional que en esta ocasión contó con novedades como el desfile de la Escolta real a caballo, que celebra su 75 aniversario.
EFE
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