Es importante que los padres y madres apoyen el sentir de sus hijos e hijas, y no tratar de imponerles aquellos sueños que ellos en su momento no pudieron concretar.
No hay padre o madre que no desee el bienestar y mejoría de sus hijos, y acceso a un futuro promisorio que les garantice estabilidad emocional, productiva y afectiva; y por ello acompañan a sus hijos e hijas en la toma de decisiones.
Precisamente, es durante la etapa de la adolescencia donde se construye la identidad del joven, que sumado a los valores adquiridos en su formación desde la infancia, le permitirá tomar una decisión vocacional acorde con sus sueños, deseos y aspiraciones.
Sin embargo, el contexto social establece que una vez concluida la escuela secundaria el siguiente paso es la universidad, donde el adolescente seguirá una carrera profesional y posteriormente el desarrollo de la especialidad elegida en un centro laboral, y más adelante la conformación de una familia.
Pero no siempre se cumple este modelo, pues quienes han vivido una experiencia diferente señalan que la universidad no es la única opción para el joven que egresa de las aulas. En el país existen diversos centros de especialización técnica o artística que, en un periodo de tiempo más corto, pueden cumplir con las expectativas del joven estudiante y convertirlo en un gran profesional o artista en la materia.
Pero ¿qué ocurre cuando los padres y madres no admiten otra opción educativa que no sea la universidad? ¿Se debe dejar que el chico o chica elijan lo que mejor les convenga? Es importante que ellos apoyen el sentir de sus hijos e hijas, y no tratar de imponerles aquellos sueños que ellos en su momento no pudieron concretar.
Un primer paso es brindarle al joven un abanico de posibilidades que hay en el contexto laboral y educativo, ver los pro y contra de cada profesión, qué es lo que más se ajusta a sus deseos y posibilidades, evitando los juicios despectivos hacia otras carreras.
Diversos estudios señalan que aquellas personas que han estudiado lo que más les gusta, así se diga que no son lucrativas o son ajenas a la tradición familiar, “suelen tener una personalidad más segura para enfrentarse a los nuevos retos”.
En estos casos, el rol de los padres y madres es guiar a sus hijos e hijas, desde muy pequeños, a ser personas independientes y seguras que cual sea el camino que deseen seguir en la vida lo hagan con responsabilidad, autonomía y seguridad, para ser capaces de asumir los retos que la vida les presente.
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Producción y redacción de textos: Amelia Villanueva Ramirez
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