En la homilía de su misa en la base aérea Las Palmas, Francisco manifestó su preocupación por los “sobrantes humanos” en las ciudades y barrios.
El papa Francisco pidió a los cientos de miles de fieles que asistieron a la misa en la base aérea Las Palmas no permitir que sus ciudades se conviertan en espacios de desconfianza, huída e indiferencia. Durante su homilía, parte central de la última actividad oficial de su visita al Perú, dijo que caminar con Jesús es el mejor antídoto contra esta indiferencia ante las “situaciones de dolor e injusticias” en las urbes y barrios, donde se pueden ver a los llamados “sobrantes humanos”.
Francisco dijo que Dios está “en movimiento de cara a las ciudades de ayer y hoy”. “Va a Nínive, Galilea, a Lima, a Trujillo, a Puerto Maldonado (...) Se pone en movimiento para entrar en nuestra historia personal (...) quiere estar siempre con nosotros, aquí en Lima o en donde estés viviendo, en la vida cotidiana, en la educación de los hijos, entre tus anhelos y desvelos; en la intimidad del hogar y el ruido de nuestras calles. Es allí, en medio de los caminos polvorientos de la historia, donde el señor viene a tu encuentro”.
En las ciudades, continuó, puedan darse “situaciones de dolor e injusticias” a diario, las cuales “nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos, de zafar”.
“Son muchísimos los ‘no ciudadanos’, los ‘ciudadanos a medias’ o los ‘sobrantes urbanos’, que están al borde de nuestros caminos, que van a vivir a las márgenes de nuestras ciudades sin condiciones necesarias para llevar una vida digna”. Para el Papa, es doloroso que dentro de estos “sobrantes humanos” se encuentren “rostros de tantos niños y adolescentes, se encuentra el rostro del futuro”.
El antídoto contra la indiferencia
El Papa explicó que estos problemas hacen que las ciudades y barrios, en lugar de ser “un espacio de encuentro, solidaridad y alegría”, sean “un espacio de huída y desconfianza”. Citando a su antecesor, Benedicto XVI, dijo que la grandeza de la humanidad está determinada por “su relación con el sufrimiento y el que sufre” y que una sociedad que no acepta a los que sufren es una sociedad “cruel e inhumana”.
Francisco recordó luego a santa Rosa de Lima, santo Toribio, san Martín de Porres, san Juan Macías, san Francisco Solano, para señalar que Jesús llega los creyentes a través de ellos “anunciado por esa nube de testigos que han creído en Él”. “Ha llegado hasta nosotros para comprometerse nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia. Porque ante ese amor, no se puede permanecer indiferentes”. Para el Sumo Pontífice, el amor de Dios “invita a generar nuevos lazos , nuevas alianzas portadoras de eternidad”.
Cristo, aseguró, camina la ciudad para escuchar y prestar atención a quienes cayeron “bajo el manto de la indiferencia, lapidados por el grave pecado de la corrupción. Comienza a develar muchas situaciones que asfixiaban la esperanza de su pueblo, suscitando una nueva esperanza”. “Jesús sigue caminando por nuestras calles, sigue golpeando puertas y corazones para volver a encender la esperanza y los anhelos: que la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de paz”.
“Jesús sigue caminando y despierta la esperanza que nos libra de conexiones vacías y de análisis impersonales e invita a involucrarnos como fermento allí donde estemos, donde nos toque vivir, en ese rinconcito de todos los días”, agregó Jorge Bergoglio.
Finalmente, dijo a los cientos de miles de fieles en Las Palmas que Dios los invita a que sean sus “discípulos misioneros” para formar parte “de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida”. “Alégrate, el Señor está contigo”.
Comparte esta noticia