Esta iniciativa fue impulsada en 1901 por el padre español Jaime Clotet tras llegar a México junto con una misión evangelizadora procedente de Barcelona.
Tres iglesias de Ciudad de México y otros templos de varios estados del país han adaptado sus celebraciones religiosas a la comunidad de sordos y sordomudos, a la que cada domingo ofrecen misas en el lenguaje de signos, en algunos casos desde hace más de un siglo.
Con alegría, fervor y devoción decenas de sordos católicos acuden desde 1901 a la céntrica iglesia de San Hipólito, que es santuario del apóstol San Judas Tadeo y el segundo lugar de la capital más venerado y visitado después de la Basílica de Guadalupe.
Sus rectores establecieron hace 109 años que la misa dominical de las 11.00 horas se dedicara a ese grupo de fieles y se utilizase el lenguaje de signos durante la celebración, siendo pionera entre las iglesias de América Latina, explicó a Efe el responsable de la iglesia, Ernesto Mejía .
Las primeras veinte filas de bancos son especialmente reservadas para ellos. En los de la derecha se sientan los adultos -muchos de ellos ancianos- y algunas mujeres embarazadas, mientras que la izquierda la ocupan jóvenes y niños que así pueden ver con facilidad las expresiones corporales y las señas de quienes apoyan desde el altar principal la ceremonia religiosa.
Los demás bancos se reservan para los familiares y otros fieles. El padre Mejía, sólo utiliza el lenguaje de signos durante la lectura del Evangelio, mientras que el resto de la misa son voluntarios quienes, desde el altar, traducen lo que va diciendo para la comunidad de sordos.
Dos diáconos, un monaguillo y cuatro misioneros Claretianos acompañan al sacerdote en el altar y, junto a los bancos, una decena de personas también traduce al lenguaje de signos y apoya los cánticos bíblicos que alegran la misa dominical.
Esta iniciativa fue impulsada en 1901 por el padre español Jaime Clotet -que será beatificado próximamente- tras llegar a México junto con una misión evangelizadora procedente de Barcelona.
"Clotet vino con esta idea innovadora para ayudar a la comunidad sordomuda a acercarse a la fe católica", dijo a Efe Adolfo Villaseñor, uno de los encargados de traducir los cantos, las lecturas de los testamentos, el salmo y la homilía.
Destacó que los misioneros claretianos del templo también ayudan a jóvenes sordos en sus estudios y preparan cada mes a entre 25 y 30 niños con problemas auditivos para su Primera Comunión.
Además, forman a grupos de religiosos o fieles de otras partes del país para que puedan impartir catequesis a través de señas o puedan trabajar como intérpretes.
"A la fecha estas misas se celebran en tres iglesias de Ciudad de México y en otras partes del país. Esto forma parte de un programa de evangelización especial para quienes no pueden escuchar", añadió Villaseñor, que también dirige el Centro Clotet, una escuela creada por una agrupación civil para sordos en México.
Entre los claretianos de San Hipólito hay algunos sordos y otros religiosos y civiles que, sin serlo, conocen la lengua de señas y cómo expresar algunas palabras que sólo se emplean en México.
Villaseñor recordó que fue en España alrededor de 1555 cuando se decidió adoptar el lenguaje de señas a la Iglesia Católica para que los sacerdotes pudieran confesar a los sordos, sin intermediarios.
Desde entonces la Iglesia Católica española sigue impulsando diversos programas a favor de la comunidad sorda.
En agosto pasado se editó en España una Biblia especialmente destinada a la comunidad de sordomudos y también se ha editado un DVD adaptado para ellos que recoge los evangelios de Lucas y Mateo sobre el nacimiento de Jesús, y que se pretende ampliar al resto de los textos sagrados.
Además de en San Hipólito, en la capital mexicana ofrecen misas todos los domingos en lenguaje de signos la parroquia de Cristo Rey y la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen.
Lo mismo ocurre en algunas zonas del resto del país, ya que en estados como los de Morelia, Puebla o Querétaro también se celebran eucaristías para la comunidad de sordos y sordomudos.
EFE
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