Es la isla más grande del Perú y desde tiempos memorables fue considerada como un lugar de culto. Este escenario fue templo sagrado, bastión militar y hasta prisión.
La isla San Lorenzo guarda muchos secretos. Este lugar ha sido testigo, y sí, al límite de volverse protagonista, de momentos mágicos de nuestra historia. Es un lugar apartado del continente, pero forma parte de él. Fue catapulta, entorno sagrado, lugar de escape, lugar de espera e intersección de un significado religioso que pocos conocen. Es un paraje maravilloso de riqueza biológica y geológica. Un lugar -diría algún romántico- donde el cielo se une con el mar.
La isla más grande del Perú acaba de ser reivindicada gracias al arduo trabajo de la antropóloga María del Pilar Fortunic Oliveira, que lleva trabajando en ella desde 1990. En el libro El Señor del Mar y el espacio sagrado prehispánico, La Isla San Lorenzo, editado por el Congreso de la República, se recogen datos importantes acerca del pasado y presente de la isla. Se explican detalles de su significado en épocas prehíspánicas y su utilidad en la época colonial y republicana.
Fue un santuario consagrado a la fertilidad, a la diosa Luna, y fue protegida para las siguientes generaciones. En un lugar de la isla se descubrió un cementerio prehispánico y se halló lo que hasta el momento es el telar más largo del Perú precolombino.
Esta tela mide 8 metros de largo y cuando se encontró estaba partiéndose en pedazos, pero gracias al trabajo de los arqueólogos se llegó a reconstruir.
"Es difícil saber si fueron entierros religiosos, o de prisioneros (los hombres han sido encontrados con las manos atadas), pero lo que sí se puede saber es que eran hombres adultos tatuados y distinguidos", dice la antropóloga.
San Lorenzo forma también parte de una triada de elevaciones de Lima que tienen 400 metros las tres, las otras dos son el Cerro San Cristobal y el Morro solar. Quien suba al Cerro San Cristobal en un día iluminado puede ver las otras dos elevaciones que junto a la de la isla, forman un triángulo. Los tres sitios son consagrados desde épocas prehispánicas.
Es bueno saber que gracias a las fotografías que acompañan al texto y que mostramos en esta nota, se puede apreciar los momentos claves del pasado de la isla. Fue lugar de presidio de Abimael Guzmán, y muchos otros personajes. La tradición se remonta hasta la colonia donde en 1544 el virrey Blaco Nuñez de Vela fue confinado en la isla luego de ser trasladado en un caballito de totora.
Se han encontrado sepulcros de extranjeros. Corsarios reconocidos en su época y soldados españoles fueron enterrados ahí tras la Guerra del 66, así como soldados chilenos en la Guerra del Pacífico.
Un libro magnifico que debería ser texto obligado para todo peruano amante de la historia, la biodiversidad y el mar.
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