Annan se ha despedido reconociendo la frustración que le ha dejado la labor que le encargó su sucesor en la ONU, Ban Ki-moon.
El experimentado Kofi Annan ha visto cómo su prestigio y dotes diplomáticas no han sido suficientes para frenar la crisis en Siria y salir airoso de un embrollo del que responsabilizó a la división que vive la comunidad internacional.
Ex secretario general de la ONU y Premio Nobel de la Paz en 2001, Annan fue elegido el pasado febrero como mediador internacional para Siria, un cargo que ha resultado el mayor desafío de su carrera y que, tras su renuncia, todavía está por ver si llega a minar el prestigio y peso político que ostentaba en la escena internacional.
Tras responsabilizar a la falta de unidad en la comunidad internacional, especialmente a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, para poner fin a 17 meses de conflicto armado, Annan se ha despedido reconociendo la frustración que le ha dejado la labor que le encargó su sucesor en la ONU, Ban Ki-moon.
El mismo día de su renuncia, un alto cargo diplomático occidental en la ONU reconoció que, ante el recrudecimiento de la violencia en Siria, Annan se encontraba "en una posición bastante difícil" en un momento en que "la diplomacia se ha dejado de lado ante todo lo que ocurre sobre el terreno" en Siria.
Su plan de paz de seis puntos, célebre porque, pese a los acuerdos iniciales y la enorme presión que él mismo ejerció con varios viajes a Siria, ni Gobierno ni oposición cumplieron, y la misión de observadores que defendió fracasó hace tiempo y con su renuncia recibieron el golpe de muerte total.
Pese a su dimisión, con fecha de 31 de agosto, Annan deja su puesto cargado de halagos, sobre todo, por parte de Ban, quien mostró su "más profunda admiración por la manera desinteresada en la que ha puesto sus formidables capacidades y prestigio para este cometido, el más difícil y potencialmente menos agradecido".
Numerosos diplomáticos en la ONU tampoco han ahorrado palabras de agradecimiento a los más de cinco meses de dedicación del diplomático africano, incluso entre quienes criticaron su fijación por incluir a Irán en la ecuación para resolver la crisis siria.
"Se debe agradecer a Annan que se enfrentara a una tarea tan difícil y poco agradecida, y con un coste personal tan grande", dijo en un comunicado la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Susan Rice, quien agradeció al diplomático que pusiera "por encima de su interés personal su servicio a Naciones Unidas y a la causa de la paz".
Rice reconoció que Annan se enfrentó a una "misión imposible" debido a las trabas de Rusia y China, países que vetaron en tres ocasiones resoluciones en el Consejo de Seguridad de condena al régimen de Bachar al Asad cuando el propio Annan pedía que se plantearan "consecuencias" a las partes sirias.
Nacido en Kumasi (Ghana) el 8 de abril de 1938, Kofi Annan tuvo una larga carrera diplomática internacional, que comenzó como funcionario de la ONU, organismo que dirigió durante dos mandatos (1997-2006) y en los que tuvo que utilizar todas su dotes de pacificador para enfrentarse a importantes crisis internacionales.
A Annan, un hombre de ademán tan suave como firme, se le conoció durante sus mandatos como el "pacificador con espíritu guerrero", alguien que bajo un guante de seda encubría un fortaleza de acción que le granjeó el respeto de toda la comunidad internacional.
Su primer puesto de trabajo en el sistema de Naciones Unidas lo ocupó en 1962 en la Organización Mundial de la Salud (OMS) como encargado de presupuesto y después fue a Addis Abeba, donde trabajó para la Comisión Económica para África.
Después llegaron diferentes puestos en la sede central de Naciones en Nueva York, durante unos años en los que experimentó, como reconoció después, algunos de su más sonoros fracasos, como el de no calibrar suficientemente la información sobre el genocidio en Ruanda en 1994 o no lograr frenar la matanza de Srebrenica (Bosnia).
En enero de 1997 inició su mandato como secretario general de Naciones Unidas, en el que destacan iniciativas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) o, tras los atentados del 11-S en EE.UU., el impulso de las negociaciones para la redacción de una Convención General sobre Terrorismo.
En su segundo mandato, se enfrentó a algunos de los mayores retos de su carrera, como cuando en 2003 pidió a Estados Unidos que no lanzara una ofensiva militar unilateral contra Irak.
En marzo siguiente, días antes del ataque, criticó la legalidad de una guerra sin la aprobación del Consejo de Seguridad y durante ese año se distanció de EE.UU. debido a ese conflicto.
El mayor escándalo que enfrentó como secretario la ONU fue el del programa "Petróleo por Alimentos" para Irak, que salpicó, además de a grandes corporaciones y a algunos funcionarios de la ONU, al propio Annan por las conexiones de su hijo, Kojo, con una empresa suiza proveedora de servicios bajo este plan.
En su último año de mandato, Annan presentó una propuesta de reforma de la ONU que incluía la creación del Consejo de Derechos Humanos (que llegó años después), así como la ampliación del Consejo de Seguridad y medidas para frenar la pobreza y el sida en África.
Annan participó el pasado octubre en la reunión internacional celebrada en San Sebastián (España) sobre el final del terrorismo de la banda armada ETA, de la que salió una petición para el cese "definitivo" de la violencia.
EFE
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