Unos 800 competidores corren, se arrastran se avientan boca abajo en su camino a través de cuatro kilómetros y medio de pantanos y lagunas.
Tan solo hay que recorrer 400 metros de un río convertido en lodazal maloliente, lagunas, pantanos y diferentes obstáculos que suman un total de 4.5 kilómetros
Tradicional competición que comenzó en los 80 como una apuesta, cuando en un pub alguien tomava una copa en Navidad y dijo "me invitareis a unas cervezas si consigo cruzar el río y volver"... y todos aceptaron.
Desde entonces la competición ha sumado adeptos que cambiaron sus trajes de gala por otros atuendos.
Para algunos, como el ganador, parece que es fácil. Pero hay quienes no pueden ni gateando. Eso si, asumen que no van a llegar muy limpios. De premio una ducha fria y barro para varios días.
Comparte esta noticia