Es la realidad familiar cada vez más frecuente de hoy.
Constantemente aumenta la proporción de hombres que desaparecen, que son desertores, irresponsables en su rol matrimonial y paternal. Es decir, no actúan con compromiso, como si el compromiso de establecer una familia de llevarla adelante, de preparar el futuro de los hijos y también el propio de los cónyuges, fuera solamente de la mujer. Sin dejar de tener en cuenta que cada vez más las mujeres aceptan, sin tomar entera conciencia, esta posible situación, ya antes de unirse.
Y aunque cada vez más las uniones sexuales son descomprometidas y por eso se hacen livianamente sin casamiento, y a pesar de la facilidad cada vez mayor para el divorcio, sin embargo la mujer, por su carácter de maternidad, y tal vez porque participó más de las responsabilidades en el propio hogar desde niña, tiende por lo general a hacerse más madura, más seria y permanente en las relaciones. La consecuencia es que está más dispuesta a uniones estables y a formar con el hombre un equipo de educación para los hijos. Por ello mismo tienden mayormente a la fidelidad matrimonial, a pasar aun del cambio social que se está experimentando.
Nos conmueve ver a estas mujeres valientes, abnegadas, que no se entregan, que luchan hasta el final, a pesar de todas las contrariedades. Contrariedades que, en el mundo moderno, son cada vez mayores. Por la situación social y económica, por la mayor exigencia de injerencia laboral en la mujer, y también porque ya no es tan frecuente encontrarse con esas familias amplias de tios, abuelos, muchos hermanos como en otros tiempos.
Ellas merecen nuestro mayor aprecio. Un gran aprecio. Se lo merecen.
En nuestra vida y por nuestra misión, hemos intervenido en conferencias, charlas y entrevistas, con cientos de miles de padres y de madres, en toda América. Todo lo que digamos proviene, por lo tanto, de alguien que ha visto. Por eso cuando leo con frecuencia encuestas, resultados de estudios, me encuentro en casi todos los casos con que eso lo sabíamos ya desde hacía tiempo. La realidad nos dicta la verdad.
Y esa verdad de la realidad, nos hace inclinarnos con respeto y veneración por tantas mujeres valientes. Segun el Lic. Osvaldo Cuadros Moreno.
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