Se trata de Helma Schmidt, de 97 años, quien alojó en su casa al ahora pontífice cuando este estudiaba alemán en el Instituto Goethe.
"Tenemos una sorpresa para Usted", le dijo el presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz, al papa Francisco en los pasillos de la sede del Parlamento Europeo en la ciudad francesa de Estrasburgo.
La sorpresa que le tenía preparado el Parlamento al papa era la presencia de una anciana alemana de 97 años, Helma Schmidt, quien le alojó en su casa de la ciudad de Boppard, en 1985, cuando el ahora pontífice estudiaba alemán en el Instituto Goethe.
La relación epistolar entre Helma Schmidt y el papa ha durado después algunos años. Tal es así que ella vino al Parlamento con algunas de las cartas que le envió Bergoglio desde entonces.
El encuentro entre el papa Francisco y su amiga Helma, a quien pese a su edad se la ha visto en aparente buena condición física, ha durado aproximadamente tres minutos, con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, como testigo.
La lengua en la que han hablado Francisco y Schulz ha sido, casi todo el tiempo, el francés. Pero el papa escuchó el saludo de Schulz sin ponerse los auriculares. En los pasillos, en ocasiones Schulz le ha hablado al papa en alemán y este al presidente del PE en español, idiomas que ambos entienden.
Esta ha sido una de las anécdotas que ha jalonado el rápido viaje del papa Francisco al Parlamento Europeo y que terminó, para satisfacción de los anfitriones, sin incidentes.
Otra de las anécdotas también tiene carácter español y es el libro que le han regalado al papa. Se trata de una edición en castellano de las memorias de Jean Monnet, uno de los padres fundadores de las Comunidades Europeas.
El libro tiene un prólogo del expresidente del Parlamento Europeo José María Gil Robles, también español. No obstante, la edición que le han regalado al papa es "especial", con una encuadernación más lujosa hecha en Estrasburgo y una dedicatoria con ocasión de la visita.
Francisco le regaló a Schulz un cuadro enmarcado con un mosaico de piedras azules, el color europeo, con la paloma de la paz en blanco.
El papa fue recibido también por cientos de funcionarios y visitantes y a alguno se le escuchó decir: "Papa Francisco, bendíganos". Y también se ha visto como una vicepresidenta del PE, la verde austríaca Ulrika Lunacek, le daba un pañuelo con los colores del colectivo LGTB (que agrupa a homosexuales y transexuales).
EFE
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