Dentro de la sexualidad existen algunas prácticas consideradas como perversiones. ¿Qué sucede con sexualidad cuando nos dejamos llevar por la perversión?
La palabra perversión proviene del latín pervertĕre que significa volcar, invertir o dar vuelta. Este término ha sido utilizado a lo largo de la Historia para designar un comportamiento o un conjunto de prácticas sexuales que no se ajustaban a lo socialmente establecido como sexualidad normal en la época.
Al hablar de perversiones dentro de la vida sexual, hay que mencionar que la persona se puede mover entre una serie de prácticas que aportan un ingrediente “picante” a la relación sexual o hasta tener una conducta patológica que lo aleja del disfrute y goce con la pareja.
Hoy hablaremos del sexo anal o sexo contra natura. Esta práctica se considera una perversión pues no es la manera natural o convencional de tener relaciones sexuales con la pareja o llegar al goce con la misma. Suele ser una práctica bastante menos aceptada por ser doloroso para muchas mujeres y estar relacionada con la dominación y sometimiento por parte del hombre.
En el caso de los hombres el sexo contranatura puede resultar más atractivo por dos factores: es lo prohibido, lo escaso, lo que no es fácil de obtener y porque tiene que ver con que en general el hombre siente más placer porque el esfínter es mucho más angosto.
Sin embargo, hay que mencionar que el esfínter anal no pertenece al aparato reproductor, por lo que no está fisiológicamente condicionado para el acto sexual. El coito anal es una actividad de alto riesgo debido a la infección VIH, así que tiene que ser con preservativo aunque sea una pareja habitual o de toda la vida, pues es una zona con muchas bacterias.
Incluso es una actividad que podría ser frecuente en los adolescentes pues es una manera de preservar, hipócritamente, la virginidad y evitar embarazos no deseados.
Sea cual sea el caso, el sexo anal requiere grandes dosis de mutua confianza, lubricación, capacidad de comunicación y paciencia por parte del hombre, que no puede moverse tan enérgicamente como lo haría durante el coito vaginal, porque corre el riesgo de lastimar a su compañera pues los tejidos del esfínter son muy delicados.
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