Los menores de edad que trabajan en casa, dejan de estudiar, no juegan, están expuestos a peligros, acoso sexual y a cumplir jornadas de trabajo hasta de 18 horas.
Las y los trabajadores infantiles domésticos son a menudo explotados y, en algunos casos, las condiciones de trabajo son peligrosas: tienen poco descanso, se les priva de tener tiempo de esparcimiento, no tienen afecto ni apoyo emocional y muchas no reciben salario.
La edad promedio de las niñas, niños y adolescentes que se emplean en esta actividad es entre 12 y 17 años, aunque algunos tan solo tienen 7 años de edad.
“Muchas veces dicen que los niños ayudan o apoyan, pero en realidad están trabajando en alguna casa. Muchas veces no se les paga o realizan labores a cambio de ropa o un plato de comida. Cuando los padres mandan a sus hijos a trabajar es porque piensan que les irá mejor, pero en la mayoría de los casos no es así, se cometen abusos contra estos menores”, dijo Sofia Mauricio, del Consejo Directivo de la Asociación Grupo de Trabajo Redes y Coordinadora de la Casa de Panchita.
Sofía Mauricio, trabajó desde los siete años, y conoce la realidad por la que atraviesan los menores que realizan trabajo doméstico.
“Uno se enfrenta a muchas humillaciones, lo peor es que uno se queda callado para no preocupar a la familia o porque recibe mayores amenazas. A la hora de dar trabajo te ven como adulto, pero a la hora de hablar de derechos se olvidan de uno, no cuentan ni toman la voz de los niños”, acotó.
Mauricio recomendó a los padres no truncar la vida de sus hijos pensando que trabajar los ayudará a mejorar su economía.
“Mucho mejor es que los niños, niñas y adolescentes se dediquen a estudiar, solo así se podrá tener mejores oportunidades en el futuro”, puntualizó.
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