Tras la exitosa operación de rescate en la residencia del embajador japonés dos valerosos comandantes del Ejército fallecieron a manos de los terroristas.
El 22 de abril de 1997 a las 3:23 de la tarde, se llevó a cabo la operación militar Chavín de Huantar, cuyo objetivo era liberar a los 72 rehenes que el grupo terrorista del MRTA tomó en la residencia del embajador de Japón.
En total fueron 142 comandos del Ejército Peruano que participaron del operativo que terminó con la muerte de los 14 terroristas y tres víctimas: el vocal de la Corte Suprema Carlos Giusti Acuña y los comandos del Ejército Juan Valer Sandoval y Raúl Jiménez Chávez.
Entrega y valor. Según comentó el general del Ejército en retiro, Luis Alatrista Rodríguez el 18 de diciembre de 1996, un día después de la toma de la residencia, el comando Valer le solicitó integrar parte de las fuerzas de intervención que iban a liberar a los rehenes.
Valer estaba altamente preparado en el manejo de explosivos, técnicas de rescate de rehenes e intervenciones rápidas, supervivencia y pruebas de arrojo y valor. Esas pruebas serían cruciales para la misión que se le consignó, la protección a toda costa de uno de los rehenes, el canciller Francisco Tudela.
Sacrificio. El canciller era el prisionero más valioso para los terroristas y en caso de cualquier eventualidad la orden era matarle. Sin embargo, al inicio de la operación Tudela aprovechó una de las explosiones para escapar del cuarto donde le retenían y llegar a la terraza, los terroristas le persiguieron disparando.
Valer llegó a la terraza y vio al canciller escapando de los terroristas y corrió a su encuentro y le cubrió con su cuerpo para ayudarle a llegar a la escalera de escape. Según contó el canciller, cuando escuchó que los comandos hablaban de la muerte de Valer, comprendió que se había sacrificado por él.
Amor al servicio y experiencia. La historia de Raúl Jiménez también es de entrega total, según cuenta el general en retiro Alatrista. Él pertenecía a un Batallón para el cual ya se había decidido el cambio anual dentro de la División de Fuerzas Especiales. Sin embargo, tras la toma de la residencia este cambio quedó sin efecto y si bien la noticia no fue grata entre los oficiales, el teniente de Infantería Jiménez aceptó y exclamó en voz alta “¡Que todo sea por la Patria!”.
Jiménez tenía experiencia en lucha antisubversiva, pues fue miembro de la 5ta División de Infantería de Selva durante 1992, por lo que su inclusión las fuerzas de intervención era necesaria debido a su capacidad de ataque y respuesta rápida a este tipo de situaciones.
"¡Que todo sea por la Patria!" El comandante perteneció a la patrulla que estuvo a cargo del segundo piso y tuvo como responsabilidad la operación del teléfono de campaña para retransmitir la cuenta regresiva para la ejecución de las explosiones subterráneas simultáneas que dieron inicio a la incursión.
Cuando su patrulla llegó al segundo piso de la residencia, lograron ingresar al cuarto donde los estaban los vocales supremos. Los terroristas buscaron defender esta posición y dispararon sus metralletas, es ahí donde cae muerto Jiménez tratando de proteger al magistrado Carlos Giusti Acuña que fue herido y poco después también falleció.
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