Es uno de los casos más sonados de nuestro país, no solo porque aún no se ha podido establecer la autoría intelectual del homicidio, sino porque la hija de la desaparecida empresaria, es la principal sospechosa.
Se cumplen cinco años del asesinato de la empresaria Myriam Fefer, ocurrido el 15 de agosto del 2006, y el caso sigue sin ser resuelto.
Es uno de los casos más sonados de nuestro país, no solo porque aún no se ha podido establecer la autoría intelectual del homicidio, sino porque su hija Eva Bracamonte es la principal sospechosa de este delito.
La primogénita de la desaparecida empresaria se encuentra recluída en el penal de Chorrillos, ex Santa Mónica, desde el 9 de setiembre del 2009, junto con su expareja Liliana Castro Manarelli, a quien se le acusa de ser su cómplice.
La pareja de jóvenes en diferentes instancias ha pedido su excarcelación y también ha apelado al Tribunal Constitucional (TC), que ha rechazado que ambas lleven el proceso en libertad, argumentando que no se ha acreditado la vulneración de sus derechos y en consideración de que existe peligro de fuga.
Los Bracamonte Fefer, Eva y su hermano menor, Ariel, se han visto enfrentados en diferentes ocasiones, a través de declaraciones que han sido en estos cinco años, portada de los diarios y han ocupado en su mayoría las páginas policiales, aunque recientemente Ariel ha incursionado en el baile con su participación en un conocido programa de televisión, convirtiéndose también en un personaje de la farándula local.
Pero, en esta historia, aún sin resolver, también destaca una pieza clave: el sicario colombiano Alejandro Trujillo Ospina, quien llegó a Lima extraditado de Argentina el pasado 27 de abril de 2010 y se encuentra preso en el penal de máxima seguridad Miguel Castro Castro, en el Centro de Lima.
El sujeto, quien purgaba prisión en Argentina, por estar implicado en un homicidio similar, ha reconocido ser el autor material del asesinato de Myriam Fefer, aunque sigue sin establecerse quién le pagó para cometer el crimen.
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