La fábrica de cine con la marca Hollywood tiene que repensar su lugar, o al menos así lo cree el director británico de origen estadounidense Terry Gilliam.
La fábrica de cine con la marca Hollywood tiene que repensar su lugar, o al menos así lo cree el director británico de origen estadounidense Terry Gilliam, quien afirma que "ahora el resto del mundo hace más dinero".
"Eso tendrá que hacerles pensar. Es muy difícil porque viven en una ciudad pequeña al borde del Pacífico y todos tienen las mismas conversaciones todos los días", se burla Gilliam, que acaba de presentar en Cannes "The imaginarium of Doctor Parnassus".
El filme ha sido mostrado en el Festival de Cannes fuera de competición y en él se ofrece la interpretación póstuma del australiano Heath Ledger, que murió durante el rodaje y fue reemplazado en su papel por tres actores: Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell.
"Y es muy difícil entrar ahí porque están atrapados en su mundo", golpea de nuevo el realizador de Brazil y Time bandits acerca de la dominación norteamericana, pero añade que algo debe haber alertado a los grandes estudios de cine porque "están haciendo filmes más pequeños y artísticos".
La advertencia desde este lado del Atlántico en una conversación mantenida con medios de prensa internacionales es la siguiente: "hay otra gente que está haciendo películas más grandes para poder tener una sensibilidad que no esté basada en Hollywood y en su forma de pensar".
Recuerda que "esto los ingleses lo hacen a veces" en un intento de competir con los filmes estadounidenses y con lo que este director considera prácticamente su imperio perdido.
El mundo a veces absurdo e imaginado de las películas de Gilliam se ha encontrado de pronto en Cannes con la pretenciosidad y exhibición del festival de cine más importante del mundo, con un estreno pasado por la alfombra roja que al director le pareció "tonto".
"Es tan raro", comenta el director, asombrado de los minutos de aplausos con los que se recibió su "Parnassus" en el pase de gala; pero le encuentra algo divertido a lo de quedarse plantado ahí mientras la gente no deja de aplaudir.
Gilliam cuenta partiéndose de risa que le pareció estar en uno de esos servicios religiosos sectarios allá en Estados Unidos donde al grito de "¡Dios te ama!" estalla la locura colectiva.
El director se refiere de nuevo a las costumbres de los grandes estudios hollywoodienses cuando afirma que "si hubiera sido un filme de un gran estudio, lo hubieran querido cambiar", en alusión a la fatalidad del fallecimiento de Ledger justo en mitad del rodaje.
Pero el director de Twelve monkeys y The meaning of life cree que "si uno no tuviera suficiente imaginación para reinventar el mundo cuando una estrella muere en mitad de la película, no la terminaría".
"Me impresiona que la gente no se diera cuenta de lo grande y brillante que era como actor", comenta seriamente sobre Ledger, cuya muerte apenas modificó el guión del filme, tan sólo en lo que afectó a su sustitución por el trío Depp-Law-Farrell.
"Todo lo que hizo fue extraordinario. Mejoraba cada vez. Y en Parnassus es que volaba. Era como la fuerza que impulsaba la película".
"No iba a sustituir a Heath con un solo actor, no era posible", eso lo tenía claro, explica Gilliam, que cuenta que las referencias a Luis Buñuel y "Ese oscuro objeto de deseo" sirvieron para alimentar la idea de una sustitución triple para Ledger sirviéndose de la existencia de un espejo en la historia del Parnassus.
"No es que sea supersticioso, pero sí pienso que hay fuerzas de verdad, sean las que sean, que nos ayudaron en esta película", asegura al recordar que Ledger había rodado ya los planos que permitían seguir con el proyecto con ligeros retoques.
Apenas hubo necesidad de recurrir a la tecnología para cambios que hicieran fluir el filme porque además Gilliam limita la intervención de la técnica digital en cuanto puede alejar al director del proyecto original.
"Utilizo toda la tecnología que puedo, pero intento acercarme a ella como un artesano (...) por eso es por lo que estoy ahí todos los días, detrás de los chicos del ordenador diciéndoles: no hagáis eso, hacedlo de esta otra forma".
Asegura que la intención es que el resultado final "sea creíble, con calidad manual".
No da detalles de en qué está trabajando, pero adelanta que El hombre que mató a Don Quijote, el filme que comenzó a rodar hace ocho años y que resultó frustrado por enfermedades, tormentas y otros eventos inesperados, se reanudará el año que viene.
"Hemos reescrito el guión. Dos terceras partes permanecen. Pero aunque sea lo mismo, tiene un significado diferente", afirma Gilliam, que confía en que Johnny Depp esté disponible, igual que los tres "gigantes" con los que ya rodó en España: "tengo que ver si están todavía vivos", comenta a carcajadas.
EFE
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