A Fabián y Elisabeth, su mujer y profesora de música, les cambió la vida cuando conocieron el coro de un asilo de huérfanos ugandés y decidieron llevar a los 21 niños que lo componían a España.
A sus sesenta años, Fabián Jowers es un español que dirige en Uganda un orfanato en el que, junto a su esposa, convive con 27 niños y jóvenes que, además de recibir alojamiento y educación, aprenden canto y danza.
A Fabián y Elisabeth, su mujer y profesora de música, les cambió la vida a finales de 2005 cuando, a través de una amiga, conocieron el coro de un asilo de huérfanos ugandés y decidieron llevar a los 21 niños que lo componían a España, para recaudar fondos en actuaciones.
"Los niños se quejaban del director y decidimos que utilizaríamos el dinero para pagar directamente sus cuotas escolares, sin que el dinero pasara por el orfanato", cuenta ahora Fabián.
"Pero cuando el director se enteró, se enfadó, regresó a Uganda antes de lo previsto y, cuando volvieron los niños, además en Nochebuena, los puso directamente en la calle", apostilla.
Fabián viajó inmediatamente a Uganda y encontró una casa en Amuria, en el norte del país, donde una mujer accedió a acoger a los huérfanos.
Como agradecimiento, Fabián -que en España ha trabajado "de todo"- y los niños colaboraron en las reparaciones de la casa, cuyas paredes tenían agujeros de bala de un ataques del Ejército de Resistencia del Señor, una sanguinaria milicia rebelde ugandesa.
Durante esos meses, además de comprar animales para el corral de la casa y bicicletas y ropa para los niños, Fabián se dedicó a buscar una residencia en Kampala y, finalmente, pudo alquilar una grande en Kireka, un barrio a las afueras de capital ugandesa.
Al inicio del curso, instaló allí a los huérfanos, los inscribió en escuelas de la ciudad y, desde entonces, este español pasa la mayor parte de su tiempo en Kampala con los niños, como director del orfanato.
Pero, además, la casa tiene una particularidad: a los niños se les enseña canto y danza y el asilo forma parte de "Música para salvar vidas", una organización sin ánimo de lucro que Fabián y Elisabeth han registrado en España y Uganda.
La pareja superó sus expectativas con Aba Taano ("Los Cinco" en luganda, uno de los idiomas del país), un grupo profesional de canto formado por tres chicos y dos chicas del orfanato que se encuentra de gira por España, donde permanecerá hasta el 18 de diciembre de este año.
Aba Taano ha actuado en España y en otros países, como Holanda, Estonia y Hungría, y sus integrantes viven de lo que ganan cantando y bailando, además de que, con sus ingresos, pueden ayudar a sus familias y contribuir a la manutención del orfanato.
Los actuales residentes del orfanato forman el coro Uganda Natumayini, que ha visitado España en 12 ocasiones y algunos de cuyos miembros practican también danza contemporánea.
Son los casos de Katumba David, de 22 años; Ssebutinde Edris, de 18, y Musisi Mario, de 17, los dos primeros parte de aquel coro que Fabián y Elisabeth conocieron en 2005.
"Cuando conocimos a Fabián fue cuando empezamos a practicar la danza de verdad. Fue su idea y él era el jefe", relata hoy Katumba en el jardín del orfanato, tras finalizar un ensayo.
Ssebutinde coincide con él y añade que "nunca pensamos que podríamos convertirnos en bailarines. Nuestro horizonte era muy estrecho, pero gracias a Fabián lo hemos conseguido".
Sin embargo, ambos son realistas sobre sus posibilidades de dedicarse profesionalmente a la danza en Uganda: "Es muy difícil y no me importaría bailar a tiempo parcial y tener un trabajo como contable", dice Katumba.
Aunque también los dos insisten "en que dedicarse en exclusiva a la danza es posible y es nuestro sueño".
Estos jóvenes practican junto con Morris, un profesor contratado por el orfanato que mezcla el baile contemporáneo con diversas tradiciones africanas.
Katumba señala que "se trata de una danza original y muy nueva que muy pocos en Uganda son capaces de hacer".
Gracias a las actuaciones de estos chicos y del coro, la organización genera ingresos que se suman a las donaciones de unos 80 socios en España y que mantienen el orfanato y pagan la atención médica de los niños y sus cuotas escolares.
Pero Fabián y Elisabeth insisten en que el suyo no es un proyecto a corto plazo ni está limitado al canto y el baile, también forman y ayudan a los chicos más mayores para que puedan ganarse la vida de forma independiente fuera del orfanato.
"Yo voy a seguir haciendo esto hasta que me dé el "patatús", no me quiero jubilar y mientras uno tenga chispa se puede seguir adelante", concluye Fabián en el jardín del orfanato mientras los niños corretean por el césped. EFE
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