La investigación policial ha demostrado que el ´News of the World´ intervino, en la primera década del siglo, los teléfonos de 5800 personas.
El escándalo de las escuchas ilegales practicadas por el tabloide "News of the World" hizo tambalear en 2011 el imperio mediático de Rupert Murdoch y dañó la reputación de la prensa, la clase política y la policía del Reino Unido.
La crisis fue tal que no quedó títere con cabeza y demostró que el pago de sobornos a la policía y el espionaje de personajes públicos a través de métodos ilegales, como pinchar teléfonos o colarse en casas ajenas, eran pautas de conducta compartidas por medios sensacionalistas británicos.
Le costó el puesto a los números uno y dos de Scotland Yard, a la responsable del imperio Murdoch en el Reino Unido Rebekah Brooks y a Andy Coulson, ex jefe de prensa del Gobierno británico, los dos últimos también detenidos porque dirigieron el "News of the World" en la época de las escuchas, desde 2000 a 2007.
En el terreno empresarial, causó el cierre de un tabloide con 168 años de antigüedad, que era el más vendido del Reino Unido por sus agresivas exclusivas, y el fin de las ambiciones del magnate australiano por controlar el canal de televisión de pago BSkyB.
La investigación policial ha demostrado que el "News of the World" intervino, en la primera década del siglo, los teléfonos de 5.800 personas y ha revelado también peligrosas relaciones de muchos agentes con reporteros, con los que confraternizaban alegremente en pubs y de los que aceptaron pagos a cambio de información.
Paralelamente el Gobierno británico encargó una pesquisa a un juez, Brian Leveson, sobre las prácticas periodísticas en el país en la que, a través del testimonio de muchos famosos, ha quedado claro que prácticas ilegales como intrusiones, acoso y espionaje han sido habituales durante años en la prensa sensacionalista.
Ante lord Leveson, el actor Hugh Grant aseguró que periodistas le espiaron el teléfono y hasta entraron en su casa.
JK Rowling, la autora de Harry Potter, confesó airada que un reportero colocó una carta en la mochila de su hija de cinco años y que hasta tuvo que vender su casa por el acoso de los "paparazzi".
Unas pautas de conducta abiertamente ilegales que, sin embargo, no preocuparon en realidad a los británicos -ávidos lectores de unos tabloides que venden millones de ejemplares al día- hasta que dejaron de ser ricos y famosos los perjudicados para serlo la gente corriente.
El caso de las escuchas ilegales estalló en 2006 cuando se supo que el teléfono del príncipe Guillermo de Inglaterra fue intervenido pero no fue hasta el pasado 4 de julio cuando se desató la espiral de indignación en el Reino Unido.
Ese día el diario "The Guardian", que llevaba años investigando la actuación de los medios de Murdoch, publicó que entre los teléfonos espiados por el "News of the World" estuvo el de Milly Dowler, una niña de 13 años asesinada por un pederasta.
Al pinchar su buzón de voz en marzo de 2002, los periodistas despistaron a la policía. Eliminaron algunos de los mensajes de texto recibidos por la niña, para permitir que llegaran más, e hicieron así confiar a su familia que Milly podía seguir viva.
En la larga lista de villanos de este caso destaca el detective Glenn Mulcaire, detenido al inicio del caso y quien se encargó al parecer de intervenir los teléfonos, entre ellos el de Milly Dowler.
Tampoco salieron bien parados los responsables de News International, la rama británica de News Corporation, segundo mayor conglomerado mediático del mundo (tiene el diario "The Times" o la cadena de televisión Fox), propiedad de Rupert Murdoch.
Su hijo James Murdoch, presidente de News International y número tres de su imperio, se ve cuestionado y ya no es percibido como el heredero natural de su padre.
Y, a sus 80 años, el otrora todopoderoso Rupert Murdoch no ve cómo le abren la puerta trasera de Downing Street -lo hicieron tanto primeros ministros laboristas como conservadores- y, en una comparecencia en el Parlamento británico, pidió perdón por un escándalo que le ha dado la mayor lección de humildad de su vida. (EFE)
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