También el campo de la diplomacia y muchos políticos, sus ex compañeros del Congreso y, lógicamente, sus lectores de la guardia vieja que vibraron con su columna firmada como Toribio Gol.
Alfonso Grados Bertorini cambió de cielo. El de este lado lo vivió con nosotros y, al partir, deja recuerdos no solo en el periodismo. Hoy y siempre lo traerán a la mente sus compañeros de la Universidad Mayor de San Marcos. Lo recordarán sus alumnos.
También el campo de la diplomacia y muchos políticos, sus ex compañeros del Congreso y, lógicamente, sus lectores de la guardia vieja que vibraron con su columna firmada como Toribio Gol.
Me fue presentado por otro pisqueño come fue Jorge Merino y, compartir la primera vez con ellos, fue para que me propusiera, algún día, trabajar por esa tierra a la que tanto homenaje le rendían con sus recuerdos. El tiempo nos dio la oportunidad
Leerlo era encontrarse con un romántico de las letras y un duro critico de lo chabacano y vulgar.
De lo burdo. De lo ordinario en el habla y escribir. Me confesó un día que nos encontramos en el Club Periodistas, cuando le entregaron una de las tantas distinciones recibidas en su carrera, sobre nuestra profesión del presente: "el periodismo deportivo de hoy -me dijo no lo entiendo. Hoy, quien mas insulta, tiene mas espacio".
De una lectura constante, recapitulaba conocimientos de todos los frentes para incorporarlos a una escritura sencilla pero profunda. Daba gusto a seguir leyendo y, por eso, por años y años, permaneció en las páginas del desaparecido matutino La Prensa, como uno de los soportes más importantes de sus páginas deportivas.
Tenía un chispa muy espontánea, muy ágil y será difícil olvidar cuando un día, hablando de radio, y la importancia que ella tenía en la actualidad en el Perú, me decía:"Yo por mi voz aguardientosa, de "tranca añeja", jamás podré aspirar a ser una figura de la radio". Poseía una voz muy profunda. Como surgida de una caverna.
Políticamente fue un hombre que se abrió paso con ideas claras y simples. Y se puso al frente, en una ocasión, del gremio dando vida a la Federación de Periodistas. Siempre quiso ver unido al gremio. Que fuéramos uno solo.
Toribio Gol ayer nos dijo adiós. Habrá asustado a San Pedro, con su vozarrón cuando toco la puerta del cielo. De algo estamos seguro, donde se encuentre, hablará de la vida y su tejido de hábitos, o de aquella existencia que nos habla el romano Séneca cuando comenta que "la vida era como una escuela de gladiadores: convivir o pelear". Alfonso luchó por el buen periodismo. Compañero y amigo, guárdanos un lugar para que estemos juntos y podamos hablar de fútbol.
Toribio Gol esta, desde ayer, en el otro cielo.
Por Miguel Humberto Aguirre
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