Cascos Azules brasileños y soldados de la ONU repelen así el caos que se genera al entregar la ayuda a los miles de pobladores desesperados por conseguir agua y comida.
La entrega de alimento, de aceite de soja, de agua y de radios en un antiguo aeropuerto militar había empezado en calma, con largas filas de haitianos.
Sin embargo, luego empezaron pequeñas refriegas entre damnificados, que en su mayoría no había recibido ayuda desde el sismo que devastó la capital haitiana el 12 de enero.
La situación se agravó y la muchedumbre se abalanzó sobre la ayuda.
Los Cascos Azules brasileños debieron realizar tiros de advertencia y lanzar gases lacrimógenos.
Dadas las circunstancias, no fue posible corroborar si continuó distribuyéndose la ayuda del Programa Mundial de Alimentos y la misión de la ONU en Haití.
AFP
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