La situación más grave se presenta aún en el estado de Sao Paulo, donde se ha registrado 8,216 casos. El Ministerio de Salud también expresó su preocupación por la creciente incidencia de la pandemia en la Amazonía.
La cifra de muertos por coronavirus en Brasil llegó este viernes a 1,057, con un total de 19,638 casos confirmados, informó el Ministerio de Salud, que insistió en la necesidad de reforzar las medidas de aislamiento social.
Con relación a la víspera, se han registrado 116 nuevas muertes, con lo que por tercera vez consecutiva se ha superado el centenar de fallecidos en un día.
Los casos confirmados, también respecto a este jueves, aumentaron en 1,781, un dato que confirma la aceleración de la pandemia en el país vecino, donde el primer enfermo de COVID-19 fue detectado el pasado 26 de febrero.
La situación más grave se presenta aún en el estado de Sao Paulo, el más poblado del país, en el que el número de muertes llegó este viernes a 540, con 8,216 casos.
Amazonía en peligro
El Ministerio de Salud también expresó su preocupación por la creciente incidencia de la pandemia en el estado de Amazonas, que limita con Colombia, Venezuela y Perú, donde hasta ahora han sido confirmados 981 contagiados y 50 muertes.
En Manaus, capital de Amazonas, este viernes hubo una creciente actividad en el cementerio Parque Tarumá, el mayor de la ciudad, en el que Efe presenció varios entierros de personas víctimas del COVID-19.
En algunos hospitales de Manaus, como el Delfim Nasis, un centro de referencia, hasta han sido reservadas cámaras frigoríficas para eventuales fallecidos por causa de una pandemia que amenaza con expandirse por toda la región amazónica.
En el estado de Roraima, lindante con Amazonas y fronterizo con Venezuela, este viernes también se confirmó la muerte del primer indígena víctima de coronavirus en Brasil.
Se trata de un joven de 15 años, miembro de la etnia yanomami y que residía en una aldea sin estructura hospitalaria, muy cercana a los límites con Venezuela.
Oídos sordos de Bolsonaro
En su boletín de situación diario, el Ministerio de Salud volvió a reforzar la necesidad de que, en las ciudades con mayor incidencia de coronavirus, se mantengan y hasta se refuercen las medidas para impedir el contacto entre las personas.
Esas recomendaciones se extienden a varias de las ciudades más importantes del país, incluida la capital, Brasilia, donde este viernes el presidente Jair Bolsonaro volvió a desoír los llamados del propio Ministerio de Salud.
El mandatario, que minimiza el peligro del COVID-19 y hasta ha calificado al virus de "gripecita", dejó su residencia oficial por la mañana y se dirigió con una nutrida comitiva al acomodado barrio de Sudoeste, en Brasilia.
Primero visitó una farmacia, donde los automóviles de la caravana oficial fueron recibidos con algunos aplausos pero también con el ruido de cacerolas golpeadas por muchos vecinos que, desde sus balcones y ventanas, le exigían en alta voz que volviera a su casa y respetara la cuarentena impuesta por el Gobierno regional.
Luego se dirigió a un edificio residencial, donde también hubo una cierta división entre aplausos y cacerolas, y finalmente, antes de regresar a su residencia, hizo una escala en el Hospital de las Fuerzas Armadas por razones que no fueron aclaradas oficialmente.
En las únicas palabras que dirigió a los periodistas, el líder de la ultraderecha brasileña se limitó a decir que apenas ejercía "el derecho constitucional de ir y venir libremente".
(Con información de EFE)
Comparte esta noticia