Explotación laboral en Brasil: Una mujer fue esclavizada durante 72 años por una familia

“Ni ella se reconoce como una esclava, ni ellos como esclavistas”, dijo el inspector laboral que rescató a Doña María en Río de Janeiro, una mujer que, a sus 85 años, llevaba siendo trabajadora doméstica durante 72.

Toda su vida vivió en casa de sus patrones, una vivienda que fue heredada de padres a hijos a lo largo de tres generaciones. Cuando se enteró de que ya no viviría con la familia que la explotó por años, imploró que la dejaran volver.

“Tengo que volver porque tengo que dar de comer a la señora Yonne, la tengo que cuidar, la tengo que bañar… Si no vuelvo, se va a morir”, dijo. Se sentía totalmente responsable por la vida de su empleadora, señala Alexandre Lyra, el inspector laboral que rescató a María, quien había vivido 72 años brindando servicio a la familia sin sueldo ni vacaciones.

Doña María nunca tuvo hijos, amigos ni relaciones amorosas. Su principal función en la vida fue cuidar de la familia que la esclavizó por toda una vida. Cuando se recibió la denuncia ante la inspectoría de derechos laborales, la familia Mattos Maia recurrieron a un argumento conocido: “Es como de la familia”, y con esa explicación quisieron disfrazar años de explotación laboral.

María dormía en un sofá en el pasillo al lado de la puerta de su patrona, con el propósito de estar disponible cuando esta la necesitara. Este caso pone en evidencia el legado de la esclavitud en el Brasil de hoy.

“La relación de poder a la que están sometidas es muy fuerte. Es una servidumbre por una deuda de gratitud, una deuda emocional y afectiva. Se sienten obligadas a quedarse porque piensan que podrían estar peor, que ahí al menos tiene una casa y comida”. Solo en el último año esta profesional ha atendido a una decena de mujeres que llevaban 70, 50 o 30 años explotadas en el ámbito del hogar, propicio para que el delito no trascienda. “Son todas negras, aunque una no se considera negra”, dice el inspector laboral que la rescató.

Con los años son completamente anuladas, apunta la asistente social en una entrevista telefónica. “Toda su vida gira en torno a los intereses de la familia”. Cambian de iglesia, van a la de sus patrones. Y, cuando se sientan ante la televisión, es para ver los programas favoritos de ellos. La terapia incluye gestos tan sencillos como salir a tomar un helado. Por elegir el sabor”, contó a El País.

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