El producto, bautizado "Spiro Wave", puede empezar a ser producido y distribuido inmediatamente a un coste final de 5 000 dólares ante la COVID-19 en Estados Unidos.
Un nuevo respirador de emergencia fabricado a partir de resucitadores manuales y diseñado para paliar la falta de material médico causada por la pandemia del COVID-19 ha visto la luz en Nueva York, fruto de una iniciativa de varias empresas que anunciaron que el estado les encargó 3.000 unidades.
El producto, bautizado "Spiro Wave", tiene un coste en torno a los 3 300 dólares, según explicaron sus creadores en una rueda de prensa telemática.
Según explicó uno de los responsables involucrados en el proyecto, Marcel Botha, la máquina se inspira en un respirador diseñado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) con el objetivo "de crear una solución que puede ser producida a escala de manera rápida".
Según Botha, el nuevo aparato, que puede empezar a ser producido y distribuido inmediatamente con una capacidad de 500 unidades a la semana, puede llegar a tener un coste final en torno a los 5 000 dólares, un pecio que los responsables del proyecto compararon con los 30 000 dólares que cuesta hoy un respirador convencional.
No obstante, sus creadores advirtieron de que el producto no sustituye al respirador habitual pero sí funciona para ciertos casos de necesidad, lo que puede permitir que se reserven los ventiladores más sofisticados para los pacientes más graves.
"La genialidad de Spiro Wave y el diseño del grupo MIT se basa en su simplicidad. Si bien no está hecho para reemplazar a los ventiladores con funciones completas, automatiza la tecnología de salud existente y puede fabricarse a escala", dijo Botha.
De momento, cuenta con la aprobación de emergencia de las autoridades locales, lo que permite su uso temporal que es necesario renovar periódicamente, aunque todavía no ha obtenido la licencia definitiva.
El equipo, formado por ingenieros, investigadores y médicos, contó con el apoyo institucional de la Corporación de Desarrollo Económico de la Ciudad de Nueva York, que aportó 100.000 dólares, así como con la fundación Rockefeller, cuya directora ejecutiva Mellissa Berman aseguró que intentarán subsidiar sus costes para que los hospitales puedan acceder a ellos al precio más económico posible.
(Con información de EFE)
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