La primera dama de Estados Unidos sorprendió con un discurso en el que reconoció el dolor provocado por la pandemia del coronavirus y ofreció consuelo a las víctimas en el país, con mayores casos detectados hasta la fecha.
La primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, sorprendió este martes con un discurso en el que reconoció el dolor provocado por la pandemia del nuevo coronavirus y ofreció consuelo a las víctimas, en contraste con el beligerante discurso dominante en la convención republicana.
"Mi más profunda simpatía va con todos aquellos que han perdido a un ser querido, y mis oraciones están con aquellos enfermos y en sufrimiento", afirmó.
"Desde marzo, nuestras vidas han cambiado drásticamente -recalcó-. El enemigo invisible, COVID-19, inundó nuestro hermoso país y nos impactó a todos".
La primera dama cerró la segunda noche de la convención con una intervención desde la Casa Blanca con su esposo entre el público, en la que se refirió a las grandes crisis que ha vivido el país en los últimos meses, en concreto la pandemia del coronavirus que ha dejado más de 175 000 fallecidos.
Comentó, también, la agitación racial que vive el país, con olas de protestas ante los repetidos casos de brutalidad policial contra ciudadanos afroamericanos. "Es una realidad dura. No estamos orgullosos de partes de nuestra historia. Animo a la gente a centrarse en nuestro futuro, mientras todavía aprendemos de nuestro pasado", subrayó.
EL SOCIALISMO AMENAZA A EEUU
Las palabras de Melania Trump supusieron un marcado contraste respecto al tono de los oradores precedentes, tanto este martes como el lunes con continuas advertencias sobre el fin del sueño americano y la llegada del socialismo opresor si el candidato, Joe Biden, logra la victoria en las elecciones de noviembre.
En esta línea se expresó la copresidenta de Latinos por Trump, Jeanette Núñez, quien pidió este martes el voto para el actual presidente porque "Estados Unidos nunca será un país socialista", al defender su resolución para "confrontar a los tiranos" en Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Como en la primera jornada, el mandatario aprovechó su púlpito para actos eminentemente partidistas que han provocado las críticas por parte de la oposición demócrata por ser inapropiado y de dudosa legalidad.
Uno de los más llamativos fue su participación en la jura de nacionalidad estadounidense de cinco inmigrantes, de los que destacó que "siguieron las reglas" y "obedecieron las leyes", en una ceremonia poco habitual que fue transmitida durante la Convención Nacional Republicana.
Los migrantes eran dos hombres de Bolivia y Ghana y tres mujeres del Líbano, India y Sudán. El presidente, que ha tratado de disminuir de forma drástica la migración irregular y también la legal, felicitó a los nuevos ciudadanos y se dirigió a ellos uno a uno, contando su historia y sus méritos.
Este miércoles será el turno del vicepresidente, Mike Pence, quien encabezará la tercera noche de la convención desde el fuerte McHenry en Baltimore (Maryland), conocido por ser la sede de una batalla que en 1812 inspiró la composición del himno nacional de Estados Unidos.
(Con información de EFE)
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