El colectivo "Cielo tejido" ha logrado que su trabajo no solo cubra las calles de su natal Etzatlán, México, sino que también obtuviera un Guinness World Records al ser considerado el pabellón de tejido más grande del mundo con casi 3.000 metros cuadrados.
Tras años de un inaudito esfuerzo, Lorena Ron muestra orgullosa el crochet de más de 8.000 metros cuadrados que hoy cubre el poblado de Etzatlán, México, elaborado por el colectivo Cielo tejido, un grupo de mujeres y hombres que con este trabajo ha logrado un récord Guinness y participar en la Expo Dubái.
Una decena de mujeres conversan y ríen juntas mientras el hilo de plástico que llega hasta sus manos se convierte en coloridos tapetes del tamaño de un abdomen y que juntos forman un gran pabellón de crochet que será colgado en alguna parte de México.
El colectivo "Cielo tejido", formado por unas 150 mujeres y hombres, ha logrado que su trabajo no solo cubra las calles de su natal Etzatlán, en el occidental estado de Jalisco, sino que también obtuviera un Guinness World Records al ser considerado el pabellón de tejido más grande del mundo con casi 3.000 metros cuadrados.
Una pieza parecida elaborada por ellas con 900 metros cuadrados además fue intervenida y expuesta en la Expo 2020 de Dubái para mostrar el arte mexicano.
Lorena Ron, líder del colectivo, contó a Efe que lo que se empezó como una ofrenda de índole religiosa se convirtió en un trabajo creativo de grandes dimensiones que no imaginaron hasta donde llegaría ni lo que significaría para esa organización y los habitantes de Etzatlán.
“Nunca pensamos que algo tan pequeño que inició forrando árboles y después hacer este cielo tejido tan bonito llegara a estos extremos. Estamos en Dubái presentes y con un récord Guinness, no imaginamos que estas manos convirtieran cosas maravillosas y empoderaran a la mujer en nuestro pueblo”, expresó en medio de una sesión de tejido.
En 2013, Ron perdió a su padre y a su esposo y, para sobrellevar el duelo, su madre y ella comenzaron a tejer adornos multicolores para las fiestas del patrono de la iglesia local que adornaron primero los árboles y luego el kiosco de la plaza.
Al ver que la demanda de adornos era cada vez mayor, decidieron pedir ayuda a las autoridades municipales para comprar el material y lograron reunir a otras mujeres que tenían el hábito de tejer. Juntas crearon el primer pabellón tejido que fue colgado para iluminar y alegrar la calle principal de ese lugar, en 2015.
TEJER EL PAISAJE
Este tejido convirtió el centro del pueblo en un paisaje con un cielo pintado con decenas de colores y ofreció a las mujeres del pueblo un espacio donde crear a la vez de generar un sentido de pertenencia y unión.
“El tejido sana tu mente, tu cuerpo porque te olvidas de tus penas, tus preocupaciones, del estrés, lo conviertes en cosas maravillosas y aparte de eso también es un tejido social que une a todas las clases sociales para un mismo objetivo y eso hace una unión muy padre (bonita)”, señaló.
Antes de la contingencia por la COVID-19 las tejedoras se reunían a trabajar en la plaza principal y luego en alguna de sus casas. Ahora lo hacen de vez en cuando en la Casa de la Cultura del municipio, donde no faltan la conversación y las risas mientras las manos se mueven con rapidez.
En el salón guardan no solo un recuerdo del tejido que hasta este mes de marzo es mostrado en Dubái, también hay un espacio para ordenar por colores cada tapete terminado y otro para ir uniendo las piezas de acuerdo con el diseño que tuvieron en mente y que está de muestra en una de las paredes.
Ronaldo Guzmán es un joven cantante, pintor y abogado que se unió en 2020 al colectivo con el interés de formar parte del Guinness y se quedó en él seducido por el arte de transformar un hilo en múltiples formas, explicó a Efe.
Guzmán no solo teje en sus tiempos libres, sino que se convirtió en uno de los ayudantes para contabilizar las bolas de hilo que faltan, los tapetes que son producidos además de montarlos en los techos para que cubran las calles.
“Algo que me llamó mucho la atención de este proyecto es ver el trabajo y el amor con que las tejedoras hacen esto, esta es su pasión. Es algo que nos identifica como municipio, estar trabajando aquí me llevó a tejer y aprender y estar en este proyecto que no imaginamos que sería tan grande”, agregó.
Ron explicó que en los últimos meses aumentaron el largo del tejido original que pasó de casi 3.000 metros cuadrados a poco más de 8.000, lo que significa unos 24.000 tapetes a lo largo de once calles y que supera por mucho su propio récord Guinness.
La intención es que el tejido tenga al menos 12.000 metros cuadrados para abarcar la entrada del pueblo con diseños diferentes, pero igual de coloridos para seguir atrayendo turistas.
EFE
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