Bret Michaels, ex cantante de Poison, ofreció una gran noche de fiesta y rock para sus seguidores en el Centro de Convenciones Scencia de La Molina. Fueron 11 temas en una hora y media de show.
Regresé a mi niñez, cuando en la primaria pasaba por el puesto de periódicos y en la portada de una revista juvenil una banda de maquillaje y ropas multicolores parecían saludarme. Eran los chicos de Poison.
Fallen Angel ya sonaba en las radios y ya había visto el video en la televisión. Se notaba que esos chicos la pasaban bien, se notaba que tenían actitud, se notaba que las chicas, (mis compañeritas del cole) se morían por ellos. Sonreía por esa visión festiva de la adolescencia.
La imagen venía a mi mente hoy mientras esperaba por uno de esos chicos; el principal, el líder de aquella entrañable agrupación, el sobreviviente a esos años de desenfreno y rocanrol: el veterano Bret Michaels.
Cabía la esperanza y la emoción de escuchar en vivo Fallen Angel, y con la nostalgia a flor de piel esperaba muy cerca del escenario que Bret como en aquella revista vuelva a saludar y sonreir.
Y así lo hizo. Luego de la excelente presentación del grupo peruano Gaia. Bret saltó al escenario para dar la mano a los fanáticos, se preocupaba mucho de eso, se le notaba agradecido. Inmediatamente el público se encendió.
En medio de gritos y aplausos Bret y compañía rompieron oídos con el primer bombazo de la noche: “Talk dirty to me”. De inmediato otro de los temas clásicos de Poison: “Look What the Cat Dragged In”. La gente era una sola voluntad de canto y alegría.
Luego el primer tema del disco Flesh and Blood: “Ride the wind” provocó la locura de los asistentes que se sabían cada estribillo y hacían que no se escuche la voz de Bret.
La música que marcó a Michaels fue expuesta gracias a los covers “Sweet Home Alabama” de Lynyrd Skynyrd y “Your Mama Don"t Dance” de Loggins & Messina. Sin duda canciones que también eran bastante conocidas por los fanáticos.
Hubo dos baladas en la noche. La primera hizo su aparición con “Something to believe in”. Las manos agitándose de un lado a otro, el piano de fondo, un Bret que cogió una guitarra acústica, emocionado. Suficiente para emocionarse también.
Así de simple tiró bien lejos la guitarra (que fue atrapada por uno de sus asistentes) y comenzó a sonar con fuerza el siguiente tema: “Unskinny Bop”, otra de las canciones más coreadas de la noche.
Esta primera parte del show fue bastante intensa, quizá demasiado para Bret quien, luego nos enteraríamos, tuvo una caída en su nivel de azúcar en sangre. Mientras luchaba por recuperarse, un solo de batería, mantenía caliente el reciento.
Bret sabe que se debe a sus fans y que el show debe continuar. Por ello regresó al escenario para, Guitarra en mano, iniciar la segunda balada de la noche, la más esperada, la más aclamada, la que más duele: “Every Rose Has Its Thorn”.
Para el momento papelitos fueron soltados desde el techo, hacían el momento sublime, la nostalgia y la emoción parecían llegar a picos muy altos. Fue entonces que, casi sin esperarla, la canción que tanto esperaba comenzó a sonar. Se trataba de “Fallen Angel”.
Los saltos, la alegría, la fiesta prometida. La foto de esos chicos volvía a mí, como cuando era niño y soñaba con ser adolescente. Entrañable y potente el momento con guitarra, bajo y batería reventando a mil. Todos saltamos.
“Gracias Lima Perú, Dios los bendiga”, dijo Bret antes de cerrar la noche con otra de la infaltables: “Nothing but a good time”. La locura fue total y la verdad un concierto intenso y emotivo. La que faltó “I won"t forget you”.
Es así como finalmente Bret Michaels saldó la deuda de Poison con sus seguidores peruanos. Un concierto de 11 canciones, una hora diez minutos de duración, y el genial legado de un grupo que le puso diversión a nuestras vidas.
Escribe Galo Castillo
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