El cantante español levantó pasiones entre el público femenino en su único concierto en Chile en donde bromeó con los espectadores a cuenta de sus espléndidos ´47 años´.
El público del Movistar Arena de Santiago esperaba ansioso la aparición en la noche del miércoles de su ídolo, quien tuvo que enfrentarse a más de 9.000 espectadores que acababan de ver cómo la selección chilena de fútbol empataba a cero contra Uruguay en un partido muy igualado que fue retransmitido en el mismo estadio.
Sin ningún gol que celebrar, los chilenos guardaron sus voces para dar la bienvenida al cantante, que apareció vestido con traje y corbata negros, acompañado por tres bailarinas también vestidas en tonos oscuros.
Junto a una banda formada por dos teclistas, un saxofonista, un percusionista, un bajo y un guitarrista, el cantante que más discos ha vendido en distintos idiomas (300 millones de copias) ofreció un recital sólo apto para un público que se declare fiel seguidor desde sus inicios.
"Ustedes los chilenos, como los españoles, tienen mucha mezcla en la sangre, una cultura llena de sabiduría. Se lo habrán dicho muchas veces pero yo se lo repito, porque a mis 47 años he viajado por todo el mundo y sé lo que me digo", espetó Iglesias, que cumplió el año pasado los 65, entre las risas del público, incrédulo por su supuesta edad.
De esta forma presentó el tema "Un canto a Galicia", que dedicó a los abuelos de los presentes, con su característico modo de aguantar el micrófono entre las manos y su inconfundible caída de ojos.
Con un repertorio poco arriesgado, repasó populares éxitos como "Me olvidé de vivir" o "De niña a mujer", que despertaron los más sinceros aplausos y chillidos de las mujeres presentes en el estadio, quienes por unos momentos se encarnaron en cuerpos de adolescentes en plena ebullición.
Iglesias alternó el inglés, el castellano y el francés sin ninguna dificultad, y supo compartir su protagonismo en el escenario con una pareja que interpretó un bello tango, los bailes de una corista y los "solos" del saxofonista.
Todas las mujeres que rodearon el cantante recibieron de su parte un beso en la boca, sin ningún tipo de pudor y ante los gritos de las espectadoras que estallaron de envidia en varias ocasiones.
Pero Iglesias también les dedicó sus cómplices miradas y sus canciones "a las mamás" que por una noche se vistieron de gala y acudieron a las gradas del estadio para ver a su ídolo musical.
Ambiente con olor a buen perfume y acomodadores contentos -porque las propinas eran más generosas de lo habitual- fueron las guindas de una jornada que empezó temprano con el partido clasificatorio para el Mundial de Sudáfrica.
Cuando Iglesias pronunció la frase "ahora que ya todo terminó", un "no" rotundo resonó entre las espectadoras, y el cantante tuvo que detener la canción con una leve sonrisa de culpabilidad.
Iglesias, quien fue añorado en la celebración del quincuagésimo aniversario del Festival de Viña del Mar que le vio nacer como artista, ofreció en Chile un único concierto tras suspender en dos ocasiones los recitales programados en la ciudad norteña de Iquique.
El artista continuará su gira "Julio Iglesias en concierto" en Holanda y luego partirá a los Emiratos Árabes.
Efe
Sin ningún gol que celebrar, los chilenos guardaron sus voces para dar la bienvenida al cantante, que apareció vestido con traje y corbata negros, acompañado por tres bailarinas también vestidas en tonos oscuros.
Junto a una banda formada por dos teclistas, un saxofonista, un percusionista, un bajo y un guitarrista, el cantante que más discos ha vendido en distintos idiomas (300 millones de copias) ofreció un recital sólo apto para un público que se declare fiel seguidor desde sus inicios.
"Ustedes los chilenos, como los españoles, tienen mucha mezcla en la sangre, una cultura llena de sabiduría. Se lo habrán dicho muchas veces pero yo se lo repito, porque a mis 47 años he viajado por todo el mundo y sé lo que me digo", espetó Iglesias, que cumplió el año pasado los 65, entre las risas del público, incrédulo por su supuesta edad.
De esta forma presentó el tema "Un canto a Galicia", que dedicó a los abuelos de los presentes, con su característico modo de aguantar el micrófono entre las manos y su inconfundible caída de ojos.
Con un repertorio poco arriesgado, repasó populares éxitos como "Me olvidé de vivir" o "De niña a mujer", que despertaron los más sinceros aplausos y chillidos de las mujeres presentes en el estadio, quienes por unos momentos se encarnaron en cuerpos de adolescentes en plena ebullición.
Iglesias alternó el inglés, el castellano y el francés sin ninguna dificultad, y supo compartir su protagonismo en el escenario con una pareja que interpretó un bello tango, los bailes de una corista y los "solos" del saxofonista.
Todas las mujeres que rodearon el cantante recibieron de su parte un beso en la boca, sin ningún tipo de pudor y ante los gritos de las espectadoras que estallaron de envidia en varias ocasiones.
Pero Iglesias también les dedicó sus cómplices miradas y sus canciones "a las mamás" que por una noche se vistieron de gala y acudieron a las gradas del estadio para ver a su ídolo musical.
Ambiente con olor a buen perfume y acomodadores contentos -porque las propinas eran más generosas de lo habitual- fueron las guindas de una jornada que empezó temprano con el partido clasificatorio para el Mundial de Sudáfrica.
Cuando Iglesias pronunció la frase "ahora que ya todo terminó", un "no" rotundo resonó entre las espectadoras, y el cantante tuvo que detener la canción con una leve sonrisa de culpabilidad.
Iglesias, quien fue añorado en la celebración del quincuagésimo aniversario del Festival de Viña del Mar que le vio nacer como artista, ofreció en Chile un único concierto tras suspender en dos ocasiones los recitales programados en la ciudad norteña de Iquique.
El artista continuará su gira "Julio Iglesias en concierto" en Holanda y luego partirá a los Emiratos Árabes.
Efe
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