El músico británico asegura que siempre quiso actuar y que el trato para poder realizar su primera película era la desintoxicación, algo que intentó en una clínica pero que no consiguió.
La adicción a las drogas no deja de ser un problema para el cantante, artista y ahora actor inglés Pete Doherty, de 33 años, según confiesa en una entrevista al diario británico "The Guardian" publicada hoy.
Desde París, donde reside actualmente, el músico británico asegura que siempre quiso actuar y que el trato para poder realizar su primera película era la desintoxicación, algo que intentó en una clínica pero que no consiguió.
Exlíder de las bandas "The Libertines" y "Babyshambles", Doherty, que sigue con su carrera musical en solitario, presentó en Cannes el pasado mayo su primera incursión en el mundo de la actuación, con la película "Confession of a Child of the Century".
Aunque no logró desintoxicarse, durante el rodaje del filme sí se atuvo a otras reglas, como llegar puntual y dormir toda la noche, aunque continuó con un consumo mínimo de heroína como "algo psicológico, más que nada", explica este músico aniñado que confiesa que "quizá se enamoró" de su "propia mitología".
Pese a la naturalidad con la que habla de su problema con las drogas, Doherty asegura que "no es emocionante estar tan fastidiado todo el tiempo" y que a veces le "asusta" lo que puede conseguir "un poco de vida sana".
"Ahora veo la necesidad de tener algo de autocontrol. Va a ser el único camino de la salvación para mí", revela el polémico artista, cuyo cuadro "Ladylike", realizado con su sangre y la de la fallecida cantante Amy Winehouse, se vendió en Londres por 56.030 dólares el pasado mayo.
"Siempre crees que el cuerpo se reparará, que habrá otra oportunidad. Pero ya tengo 33 años y el cuerpo no seguirá arreglándose a sí mismo", lamenta.
Su primera película, dirigida por Sylvie Verheyde, es una adaptación de la novela del mismo título del poeta francés del siglo XIX Alfred de Musset en la que Doherty compartió protagonismo con Charlotte Gainsbourg, con la que mantuvo una corta y accidentada relación.
"Me dijo que una amiga de su madre le había dicho que mi afición era romper familias", asegura el músico inglés, que se mudó a París hace cuatro años y ha tenido la oportunidad de conocer a Carla Bruni, esposa del expresidente francés, Nicolás Sarkozy.
"Se sorprendió (Bruni) al oirme decir que tengo muchos problemas cuando me subo a un escenario. Para ella, es el peor sitio del mundo, lo odia, sobre todo en Francia porque siente que la gente la odia", relata el que fue pareja de la modelo Kate Moss.
Tampoco duda en afirmar la buena salud del amor que se profesan Bruni y Sarkozy: "Me dijo que si él hubiera sido un granjero y ella una panadera, habrían estado juntos".
EFE
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