Robert Plant brindó show con poco Led Zeppelin en el Jockey Club

Existen músicos que necesitan de lo insospechado para sentirse iluminados. No son muchos, pero Robert Plant pertenece a ese selecto grupo de los que, como todo buen visionario, siempre están un paso adelante. Tal vez esto responda a la negativa de reunir nuevamente a Led Zeppelin o la razón por la cual disolvió, repentinamente, The Band Of Joy, el grupo con el que grabó su último álbum.

Con esta perspectiva es que el músico deja volar su imaginación y se encuentra cambiando constantemente su vasto legado musical y sus recitales, como el que brindó anoche y dejó  un poco confundidos a las más de cinco mil almas que asistieron a su concierto en el Jockey Club.

El reloj marcaba las 9:40 de la noche cuando la legendaria voz de Led Zeppelin hizo su aparición, por primera vez, en un escenario peruano,  para encandilar al respetable con sus conocidos éxitos, pero a la vez “impresionar” (o decepcionar) con su alternativa musical llena de folk y blues. “Hola Lima ¿cómo están?”, fueron las primeras palabras del cantante y que sintió el fervor limeño con un rotundo “bien” como respuesta.

Bajo un polo negro, jeans y botas, el veterano rockero danzó en la tarima y entregó su alma y la calidad de sus composiciones a todos sus fanáticos peruanos que tuvieron que aguantar un intenso e inesperado frío, típico de la estación invierno.

La voz de Plant “disparó a quemarropa”, en el recinto de Monterrico, al lado de su banda The Sensational Space Shifters. Quince temas fueron suficientes para “palpar” la experimentación en su nueva música que deja atrás a un Robert contracorriente, y le da paso a una leyenda que apuesta por lo exótico.

“Friends”, “Black Dog”, “Bron-Y-Aur-Stomp”, “Ramble On”, “Four Sticks” y “Whole Lotta love” fueron algunos de los temas que cantó Plant y expresó su lado Zeppelin. Sin dejar tregua alguna,  los sonidos del Norte de África y el desierto de Sahara, la música folk británica y norteamericana, el rock y el blues, se entrelazaron y también custodiaron extenuantes versiones, a las que les faltó el añejo sabor de la década de los 70"s.

Esta propuesta alternativa no fue de fácil digestión para el público que esperaba fieles versiones de los clásicos de la agrupación británica.  Pese a la poca asimilación, la velada siguió su curso con canciones de su etapa de solista como "Tin Pan Valley", “Another Tribe” ", "The Enchanter" , "All the King"s Horses” y "Somebody Knocking".

Con la radicalidad en mano, Plant se despidió y el público, ni corto ni perezoso, lo aclamó hasta lograr que salga nuevamente al escenario. La espera valió la pena, una generosa versión acústica de "Going To California" atrapó al respetable y un esperado “Rock And Roll", impusieron el movimiento y agotaron las gargantas de los fanáticos.

Han pasado más de cuarenta años desde que el artista escapa de lo común y busca nuevos elementos que sorprendan a sus seguidores y a él mismo. A pesar del agrado de muchos y el desagarado de otros por los constantes cambios, la pasión por lo sustancial parece mantener a Plant más vivo que nunca, tal y como se le vio anoche en el espectáculo que duró una hora y media. Y es que las leyendas no son rutina, ni mucho menos esencia absoluta. Las leyendas son experiencias trascendentes, que sorprenden, que hipnotizan y que cantan con infinito sentimiento como Robert Plant.

Nancy Condori.