La banda estadounidense hizo vibrar el Parque de la Exposición en un concierto que logró juntar a generaciones distintas que corearon de principio a fin temas emblemáticos de la década del 90.
Si en 1994 tenías entre 15 y 20 años, entonces la banda sonora de esa época de tu vida (en la que acababas el colegio, estudiabas en el instituto o entrabas a la universidad) debe haber tenido varias canciones de The Offspring. De hecho: “Come out and play”, un tema que le encantaba a la gente cada vez que se armaba un ‘pogo’.
Pasaron casi 20 años para que llegara (por fin) esta noche de guitarras fuertes, pronunciados bajos y baterías aceleradas. Una noche para que abrazado de tu ‘brother’ saltaras como loco mientras coreabas cada canción.
Se había anunciado que The Offspring saldría a las 9 de la noche. Y a esa hora se apagaron las luces blancas que iluminaban el sencillo escenario y se encendieron las de colores. A esa hora aparecieron sobre el escenario el baterista Pete Parada y el bajista Greg K. El público emocionado aplaudía, pero la ovación llegó al máximo cuando Noodles, el primer guitarrista de la banda, y sobre todo Dexter Holland, emblemática voz del grupo, apareció con la mano en alto y una agradecida sonrisa para de inmediato arrancar el concierto: “OK… YAYAYAYAYA” y todos se movían al frenético ritmo de “All I want”. Por supuesto, y como ya es costumbre, un mar de celulares fotografiaba y filmaba el momento. Como para no olvidarlo jamás.
Y cómo olvidar el SMASH, aquel multipremiado disco del cual sacaron dos súper temas: “Bad Habit” y la clásica “Come out and play”, una de las más coreadas de la noche. Con esta canción, la entrada ya estaba pagada. Pero aún había mucho más. El concierto recién empezaba. Y tras “California Sun”, canción que recuerda a la tierra que vio nacer a The Offspring, Holland se dirigió al público: “Hola, ¿Cómo están? Es nuestra primera vez en Perú. Finalmente estamos aquí. Gracias por la paciencia”. A cambio, todos repetían el nombre de la banda. Holland sonreía.
“Days go by”, quinta canción del concierto y la gente continuaba llegando al pequeño recinto que se había armado en el Parque de la Exposición, donde miles ya cantaban, levantaban la mano, saltaban y bailaban. Holland, vestido con camisa y pantalón de color negro, se mostraba subido de kilos, pero mantuvo en el escenario esa voz que lo caracteriza y que solo en algunas ocasiones lo complicó, sobre todo en los tonos más altos. Fuera de eso, era como estar escuchando el disco.
Siguieron “Have you ever”, “Staring at the sun” y “Slim pickens”, para llegar a la mitad del concierto con tres clásicos: “Gone away”, “I want you bad” y “Walla Walla”. Fue en ese momento que Dexter Holland tomó una guitarra acústica y bajó un poco las revoluciones con “Kristy, are you doing okay?”.
Luego de “Hit that”, llegó una de las más esperadas de la noche: Pete Parada marcaba el ritmo con la batería e invitaba a todos a aplaudir. Nadie se negó. Todos con las manos alzadas seguían la percusión hasta que se escuchó la voz de Holland: “My friend"s got a girlfriend
Man he hates that bitch…”. Era el momento de corear “Why don’t you get a job?”, esa canción con base rítmica que hace recordar a algún tema de los Beatles y que fue una de las que más sonó en nuestro país.
“Americana” y “Go far kid” dejaron a todos muy empilados, momento que aprovechó el vocalista para agradecer en español a los asistentes: “Muchas gracias, Lima. ¿Qué tal?”. Dijo que estaba pasando un gran momento y el público respondió coreando: “Offspring, Offspring”. Fue entonces que llegó la divertida “Pretty Fly (for a White guy)”, canción que sonó en nuestro país a fines de los 90 y cuyo video vimos hasta el cansancio.
El fin de “The kids aren´t alright” marcó el minuto 62 del concierto, instante que aprovechó el grupo para retirarse del escenario. Pasaron dos minutos y volvieron, Noodles con un chullo en la cabeza. Tras agradecer, cerraron el concierto con “Head around you” y una de las primeras de la banda, la potente “Self steem”.
Es cierto, faltaron algunas buenas canciones, pero ese retorno a los años 90 con una de las bandas más emblemáticas del punk rock tiene un valor incalculable. La banda se fue feliz. Nosotros, llenos de hermosos recuerdos, también.
Nighel Schiaffino.
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