El cantante puertorriqueño apareció como estelar luego de las apariciones de los mexicanos Reik y Anahí. Estuvo acompañado de un cuerpo de baile de 16 personas.
El reggaetonero puertorriqueño Don Omar inundó la noche del martes al miércoles del Festival de Viña del Mar de efectos especiales en un espectáculo lleno de ritmos pegadizos que hicieron vibrar a un auditorio repleto de jóvenes.
El artista, cuyo verdadero nombre es William Omar Ladrón Rivera, saltó al anfiteatro de la Quinta Vergara en la segunda jornada de este certamen, considerado el más popular de Latinoamérica y que ha hecho del reggaeton una de sus bazas más seguras.
Tras las actuaciones de los mexicanos Reik y Anahí, Don Omar apareció como la figura estelar de la noche.
El cantante llegó enfundado en ropa deportiva y acompañado de dieciséis bailarines chilenos caracterizados como androides, bañados en pintura azul celeste y vestidos con llamativos trajes, que se movieron raudos al ritmo de la vertiginosa música.
Con "Comenzó el Bayu" arrancó también este espectáculo de fuego, pirotecnia y humo en el que Don Omar sudó hasta la última gota para entregarse a un público entusiasmado que bailaba hasta olvidar los 13 grados que enfriaban esta noche del verano austral.
Don Omar, un creyente confeso que dio sus primeros pasos en la música dentro de un orfanato cristiano, caldeó aún más el ambiente con las sugerentes letras de "Cómo se menea", "Sexy robótica", "Salvaje" y "El señor de la noche".
Vestido ya unos vaqueros y una chaqueta negra, el artista se desabrochó los pantalones y retó a sus bailarines a mover la cadera.
"Vamos a demostrar a estas señoritas por qué somos nosotros los que mandamos en la casa", espetó entonces al público, aunque enseguida se apresuró a añadir: "Será en la suya. Yo no mando ni en mi casa".
Don Omar se puso después romántico e interpretó algunos temas con resabio a balada, entre ellos "Se nos murió el amor", que compuso, según dijo, pensando en que era "la única canción que no quería cantar" en su relación de pareja.
El artista retomó de nuevo la senda del reguetón más intenso y, tras unas gafas de sol, recorrió el escenario con "Ronca" y "Conteo", ajeno a la presencia de los presentadores del festival, que se disponían a poner fin a esta larga jornada.
"Yo no me voy de aquí hasta que ustedes me lo digan", amenazó el cantante a sus seguidores, que le premiaron con la gaviota de plata, el máximo galardón del festival, que ya había obtenido en 2007, cuando se presentó por primera vez en este certamen.
Ya cuando los presentadores se habían despedido ante las cámaras, convencidos de que poco iban a poder hacer ante una multitud deseosa de continuar con la fiesta, Don Omar siguió el camino con "Hasta abajo", adelanto del nuevo disco que lanzará este 2010.
Eran ya las 03.00 horas del miércoles (06.00 horas GMT) cuando Don Omar decidió poner fin a un espectáculo con el que dejó alto el listón a su compatriota Tito el Bambino, otra de las figuras del reguetón, que se subirá a este escenario el próximo jueves.
La 51 edición del festival de Viña del Mar, a 125 kilómetros al noroeste de Santiago, se abrió este lunes con la actuación del canadiense Paul Anka y finalizará el próximo sábado con la presencia de los argentinos Los Fabulosos Cadillacs.
EFE
El artista, cuyo verdadero nombre es William Omar Ladrón Rivera, saltó al anfiteatro de la Quinta Vergara en la segunda jornada de este certamen, considerado el más popular de Latinoamérica y que ha hecho del reggaeton una de sus bazas más seguras.
Tras las actuaciones de los mexicanos Reik y Anahí, Don Omar apareció como la figura estelar de la noche.
El cantante llegó enfundado en ropa deportiva y acompañado de dieciséis bailarines chilenos caracterizados como androides, bañados en pintura azul celeste y vestidos con llamativos trajes, que se movieron raudos al ritmo de la vertiginosa música.
Con "Comenzó el Bayu" arrancó también este espectáculo de fuego, pirotecnia y humo en el que Don Omar sudó hasta la última gota para entregarse a un público entusiasmado que bailaba hasta olvidar los 13 grados que enfriaban esta noche del verano austral.
Don Omar, un creyente confeso que dio sus primeros pasos en la música dentro de un orfanato cristiano, caldeó aún más el ambiente con las sugerentes letras de "Cómo se menea", "Sexy robótica", "Salvaje" y "El señor de la noche".
Vestido ya unos vaqueros y una chaqueta negra, el artista se desabrochó los pantalones y retó a sus bailarines a mover la cadera.
"Vamos a demostrar a estas señoritas por qué somos nosotros los que mandamos en la casa", espetó entonces al público, aunque enseguida se apresuró a añadir: "Será en la suya. Yo no mando ni en mi casa".
Don Omar se puso después romántico e interpretó algunos temas con resabio a balada, entre ellos "Se nos murió el amor", que compuso, según dijo, pensando en que era "la única canción que no quería cantar" en su relación de pareja.
El artista retomó de nuevo la senda del reguetón más intenso y, tras unas gafas de sol, recorrió el escenario con "Ronca" y "Conteo", ajeno a la presencia de los presentadores del festival, que se disponían a poner fin a esta larga jornada.
"Yo no me voy de aquí hasta que ustedes me lo digan", amenazó el cantante a sus seguidores, que le premiaron con la gaviota de plata, el máximo galardón del festival, que ya había obtenido en 2007, cuando se presentó por primera vez en este certamen.
Ya cuando los presentadores se habían despedido ante las cámaras, convencidos de que poco iban a poder hacer ante una multitud deseosa de continuar con la fiesta, Don Omar siguió el camino con "Hasta abajo", adelanto del nuevo disco que lanzará este 2010.
Eran ya las 03.00 horas del miércoles (06.00 horas GMT) cuando Don Omar decidió poner fin a un espectáculo con el que dejó alto el listón a su compatriota Tito el Bambino, otra de las figuras del reguetón, que se subirá a este escenario el próximo jueves.
La 51 edición del festival de Viña del Mar, a 125 kilómetros al noroeste de Santiago, se abrió este lunes con la actuación del canadiense Paul Anka y finalizará el próximo sábado con la presencia de los argentinos Los Fabulosos Cadillacs.
EFE
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