A parte de los monumentos y casas históricas, la región Tacna ofrece al turista un hermoso paisaje andino. Anímate a conocerlo.
Una “maravilla natural”. Existe la falsa idea de que en Tacna no hay muchos destinos turísticos por conocer; sin embargo, el distrito de Ticaco, en la provincia andina de Tarata, tiene lo suyo: las aguas termales de Putina.
Mochila en mano, empacamos lo necesario: protector solar, gorra, lentes oscuros, zapatillas, hoja de coca, y, cámara de fotos para capturar imágenes para el recuerdo.
El viaje empieza en la “salida a Tarata”, ubicada a unos 100 metros de la avenida Jorge Basadre en el distrito Alto de la Alianza. El lugar es un poco peligroso: hay cantinas, borrachos, delincuentes, y perros comiendo desperdicios en botaderos improvisados, pero nada puede distraernos.
Los autos que llevan a Ticaco están estacionados-con cierto orden-al costado de una vereda. Vemos a un chofer que usa su boca como megáfono para captar pasajeros: ¡A Tarata, Ticaco … falta uno y salimos! Se oye gritar. Es fácil reconocerlos.
Subimos a un auto y, luego de diez minutos, el chofer hace andar el vehículo para dirigirnos a nuestro destino por una vía asfaltada.
Poco a poco, vamos dejando atrás la ciudad costeña para ingresar a la sierra de Tacna. El tiempo de viaje es de-aproximadamente-una hora con cincuenta minutos. Tiempo suficiente para quedarnos dormidos en el trayecto.
Al despertar, en la ruta se observan carteles de forma horizontal que dan la bienvenida a los distritos de Estique Pampa y Héroes Albarracín-Chucatamani.
Se siente el viento frío que ingresa al auto por las ventanas-es habitual en la sierra-y debemos abrigarnos. De pronto, el chofer anuncia que hemos llegado a la plaza de la provincia de Tarata, pueblo que en la época de la República fue invadido por soldados chilenos.
Algunos tienen la valentía caminar desde Tarata hacia Ticaco, pero para un primerizo, y con niños, no es recomendable. Es mejor seguir el viaje en el auto.
Desde la ventana del carro se observa un paisaje impresionante: las andenerías, árboles de eucaliptos enormes; se oyen cantos de aves pequeñas que forman acordes armoniosos al mezclarse con el sonido que producen los ríos.
Por la pista, una niña arrea un grupo de corderos esquivando piedras desprendidas de los cerros rocosos; más adelante, campesinos caminan apresurados hacia sus chacras a labrar la tierra.
El chofer-guía voluntario- informa que al lado izquierdo de la carretera se encuentra el Camino Inca, las Cuevas de Qalaqala, la piedra rajada, entre otras bondades turísticas de esta tierra.
Trato de grabar en la mente todos estos nombres para visitarlos en otro momento. Estoy convencido de que valdrá la pena.
Avanzamos 9 kilómetros y llegamos a Ticaco, un pueblo con calles angostas. Según el último censo del 2007, en este distrito solo hay 412 viviendas construidas y 815 habitantes.
La principal actividad económica es la agricultura: allí se cultivan ricos membrillos, tunas, tumbos y manzanas. Además, se celebra-anualmente-una fiesta en homenaje al cerro Comaylle, creencia popular que consiste en dar ofendas a los Apus para que proporcionen agua en abundancia para la población y cultivos.
Los nevados en los cerros que rodean el pueblo-literalmente-ya no existen. La gente atribuye su desaparición a la contaminación ambiental; por eso, en la actualidad, no aceptan la minería en la zona.
A un kilómetro al noreste, en medio de dos montañas, y al costado de un río, se deja notar unos ambientes de cemento de color amarillo con franjas verdes: son las aguas termales de Putina, a más de 3 000 metros sobre el nivel del mar.
Descendemos hacia ella por una escalera de piedras. Dos amables mujeres-vestidas con botas y guantes de jebe-nos dan la bienvenida. Luego proceden a enseñarnos los servicios que se ofrecen allí: baños en la piscina o en ambientes privados, cualquiera de los dos, cuesta ocho soles por cada media hora.
La piscina está ubicada en medio de las instalaciones, tiene una profundidad de casi 1.20 metros, el agua que se encuentra en su interior puede llegar hasta los 75 °C. Este lugar es ideal para niños, jóvenes, y, adultos mayores con reumatismo.
Las propiedades medicinales de las aguas atraen-casi a diario-a turistas nacionales y extranjeros de la zona norte de Chile. Cuentan que una mujer chilena dio a luz a su hijo en este lugar.
¿Cuánto tiempo hay que estar en el agua? Lo recomendable es media hora, después de ese tiempo, las personas tienden a sufrir calambres, nos advierte una de las trabajadoras del local.
Durante la media hora, los músculos del cuerpo se relajan, el estrés se va, y el agua se hace cómplice de la relajación e invita a quedarse más tiempo dentro de la piscina- si el cuerpo aguanta, no hay problema-.
Después de una hora y media- con intervalos de descanso en las bancas cerca a la piscina- nos vestimos con las prendas más abrigadoras, comemos chocolates y retornamos a Tacna.
Afortunadamente, un taxista -previa llamada a su teléfono celular-acudió a recogernos, y nos llevó de retorno a Tarata. Solo nos cobró dos soles.
Una vez en Tarata, es imposible regresar a Tacna sin comer unos deliciosos “maicillos” y un choclo caliente con queso.
Historia
Luego de la ocupación chilena, a consecuencia de la Guerra del Pacífico, Tarata fue la primera ciudad devuelta al Perú, el 1 de setiembre de 1925.
Por Edgar Romero
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